miércoles, 7 de marzo de 2012

Gorila antes que Planero











'Ciudades carpa', la miseria que vive EE. UU.


Más de 50 campamentos refugian personas que se vieron afectadas por crisis económica.


Marylin Berenzweig vivió en un cómodo apartamento de Nueva York hasta que perdió su trabajo, en el 2008. Ahora, ella y su marido sobreviven bajo dos carpas en un bosque de Lakewood   
Marylin Berenzweig era la envidia de muchos. Su trabajo como diseñadora textil le permitía alquilar un cómodo apartamento en Nueva York y darse la gran vida junto a Mike, un programador de radio con el que ha estado casada por 40 años. Pero las cosas dieron un giro de 180 grados a comienzos del 2008. De la noche a la mañana ambos perdieron sus trabajos, en medio de la crisis económica que sacudió a Estados Unidos ese año.
Aunque lograron sobrevivir con sus ahorros, estos se esfumaron en unos meses. Sin casa y sin familiares a quienes recurrir, fueron dando tumbos hasta llegar a Lakewood, un pequeño poblado en Nueva Jersey. (Haga clic aquí para ver una galería de fotos de Villa Miseria, en Nueva Jersey)
Allí, en la mitad de un espeso bosque, Marylin y su esposo armaron su nueva residencia: dos tiendas de acampar y un toldo que protege el viejo piano que Mike se rehusó a dejar cuando salieron huyendo de Nueva York.
"Es triste llegar al final de la vida en estas circunstancias -dice Marylin, sin ocultar su amargura-. Uno no se imagina que algo así le pueda pasar. Y menos en un país con tanta riqueza. Pero aquí estamos. Somos la prueba de que le puede pasar a cualquiera". La pareja no está sola. Ellos y otras 80 personas conforman lo que se conoce como la tent city (ciudad carpa) de Lakewood.
Según estadísticas no oficiales, en Estados Unidos hay al menos 55 de estos campamentos, en los que viven unas 5.000 personas. "Es un fenómeno tan reciente que no hay cómo medirlo. Lo que sí sabemos es que cerca de cada gran ciudad del país hay una o varias de estas villas. Es un problema en expansión", sostiene Michael Stoops, de la Coalición Nacional para los 'sin casa'.
De hecho, ya hay quienes las comparan con las 'Hoovervilles', las ciudades miseria que emergieron en Estados Unidos en los años 30, como consecuencia de la Gran Depresión, y que tomaron su nombre del apellido del presidente Herbert Hoover. A las de hoy, de menor escala, ya les dicen 'Obamavilles'.
La comunidad de Lakewood es un microcosmos del país. Hay blancos, afroamericanos y hasta mexicanos sin papeles, de diversos estratos sociales.
"Llegan porque no tienen a dónde más ir. Aunque hay quienes han sido un 'sin techo' toda su vida, la mayoría de nuestros residentes son personas que perdieron el empleo, la casa, todo, en estos últimos años", asegura el reverendo Steve Brigham, un excontratista del sector eléctrico que se ha dedicado tiempo completo a la causa de los 'sin casa' en Lakewood. Tanto, que hace dos años decidió irse a vivir junto a ellos, y ahora duerme en un viejo bus que le donó un colegio local.
Brigham trabaja de sol a sombra buscando recursos y donaciones que le permitan abastecer el campamento de las cosas esenciales: comida, agua, ropa, medicinas, artículos de aseo y gas propano para encender un par de estufas.
La vida en Lakewood no es fácil. Solo hay dos letrinas y una ducha, que construyeron ellos mismos valiéndose de un pozo de agua subterránea, pero que no alcanza para las necesidades de todos.
"Ha sido duro acostumbrarme a no poder bañarme con frecuencia. El polvo se te pega en la cara, en el cuerpo", cuenta Nina Rogala, una polaca de 60 años que llegó a la zona cuando su esposo la dejó por otra mujer, sin un dólar.
A veces, los domingos, después de la misa que ofrece el reverendo en una capilla que improvisó bajo un toldo, preparan entre todos una cena comunal con las sobras que cada uno aporta.
Entre semana, todos van por su lado, cortando la leña que requieren para encender los asadores donde preparan sus alimentos y los hornos que les sirven de calentadores durante el invierno.
En esta época, hace mucho frío en Lakewood. "Este invierno no ha sido tan grave. El del año pasado y el anterior fueron horribles: casi dos meses bajo cero, nieve por todo lado y una estufa de leña para calentarnos a cuatro", recuerda Pedro, un mexicano que llegó a Estados Unidos huyendo de una vida en el narcotráfico.
Irónicamente, el frío extremo es a veces la única fuente de ingresos que tienen muchos de los residentes de la villa miseria de Lakewood. Especialmente para los mexicanos, unos 15, que se emplean de manera temporal removiendo nieve después de una tormenta. Pero en esta temporada no ha caído ni una gota.
No levantan cabeza
La mayoría de los residentes están resignados a su suerte. "Antes de llegar acá me pasé varios años en el rebusque, durmiendo en moteles de mala muerte, aferrándome a un estilo de vida que no podía sostener. Pero el trabajo se esfumó y no veo que las cosas hayan mejorado", dice Doug Hardman, que llegó al campamento hace dos años, luego de perder su casa en la Florida durante la crisis inmobiliaria.
Según Brigham, el asentamiento de Lakewood debería ser solo un hogar temporal para estas personas, mientras mejoran los cosas. Sin embargo, algunos llevan casi un lustro sin levantar cabeza. "El desempleo sigue muy alto -comenta el reverendo-. Sectores como la construcción y el entretenimiento, que eran fuentes estables de trabajo, siguen deprimidos. Mientras eso siga así, será muy difícil reubicar a esta gente".
Eso es algo que ha estado tratando de hacer la ciudad de Lakewood, pero a la fuerza. En el 2010, las autoridades locales presentaron una demanda para expulsar a los residentes del campamento, con el argumento de que estaban ocupando un terreno público. Un juez desechó la causa el año pasado, alegando que el Gobierno tiene responsabilidad sobre la suerte de estas personas, y les pidió a las partes que conciliaran.
Entonces se pactó que la comunidad podía permanecer en el bosque, siempre y cuando detuviera su expansión y no construyera edificaciones permanentes. Todo un golpe para los habitantes de la villa, que ya habían montado estructuras sólidas para protegerse del invierno y que tuvieron que derribarlas con sus propias manos.
"Es muy doloroso -admite Brigham-, porque nos hemos visto obligados a cerrar la puerta a muchos que han llegando buscando refugio. No nos quieren aquí, pero tampoco quieren poner el dinero para construir un albergue donde podamos reubicarnos".
Pero el sol no se puede tapar con las manos. Villas miseria como la de Lakewood son un recordatorio en carne viva del profundo impacto que ha tenido la crisis económica en una de las naciones más ricas del planeta.
En EE. UU., el 15% son pobres
Número de personas 'sin techo' aumentó 20% en cuatro años
En EE. UU., según la Oficina del Censo, hay 47 millones de personas (el 15 por ciento de la población) por debajo del límite de pobreza, la cifra más alta en 50 años.
De ellos, 700 mil son 'homeless', o sea que no tienen techo. La cifra ha crecido 20 por ciento en 4 años.
El desempleo marcó 8,3 por ciento en enero. Aunque es más bajo que el tope registrado en el clímax de la crisis económica (9,9 por ciento a finales del 2009), es muy elevado frente al promedio histórico, que se sitúa entre 5 y 6 por ciento en las últimas tres décadas.
El 'Obamaville' más grande está en el centro de Florida, cerca de Disney World. Se llama Pinellas Hope y alberga a casi 300 personas.
También hay asentamientos populosos en Seattle (Washington), Óregon; Sacramento y San Diego, (California), Reno (Nevada), Sierra Vista (Arizona), St. Petersburgo (Florida), Huntsville (Alabama), Athens (Georgia), Nashville y Chattanooga (Tennessee), Columbus (Ohio), Ann Arbor (Michigan), Providence (Rhode Island) y Lowell (Massachusetts).
Sergio Gómez Maseri
Enviado especial de EL TIEMPO
Lakewood (Nueva Jersey, EE. UU.)

domingo, 26 de febrero de 2012

Los 11 principios de la propaganda Nazi

Un muy buen articulo, para reflexionar 

  • Una vez que un gobierno tiene a un pueblo a sus pies, una vez que se ha hecho con su conciencia, entonces es capaz de hacer con él lo que se le antoje
    Foto
    Joseph Goebbels (29 de octubre de 1897 – 1 de mayo de 1945†) fue ministro de propaganda de la Alemania nazi, conocido fundamentalmente por su famoso discurso de la guerra totalen el Palacio de los Deportes.Tuvo un gran talento para persuadir a las masas. Tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial se suicidó junto a su esposa, Magda Goebbels, después de que ésta hubiera matado a sus seis hijos. La escena de la madre envenenando a los niños después de suministrarles un somnífero supone el colofón a una de las mayores aberraciones históricas. 
    Aberración que comenzó, no olvidemos, con unas elecciones libres, democráticas, en las que la propaganda, el marketing, fue la pieza fundamental. ¿Cómo es posible que una idea política tan monstruosa como la de la exaltación de una raza frente a las demás, triunfe de manera tan aplastante, en un pueblo al que se le suponía madurez democrática?. Con una estrategia de comunicación adecuada. Es imposible leer el discurso de la guerra total sin entender que antes hubo muchos años de comunicación, muchos años de batalla en la mente de todo un pueblo, transmitiendo ideas, filosofías, conceptos, apelando siempre a los instintos, movilizando voluntades, en definitiva, mintiendo con mucho estilo.
    Una vez que un gobierno tiene a un pueblo a sus pies, una vez que se ha hecho con su conciencia, entonces es capaz de hacer con él lo que se le antoje. Cuando se atraviesa la barrera de la libertad individual, y se “usa” a una nación para unos objetivos concretos, ya sean ideológicos, religiosos, expansionistas, o con ánimo de lucrarse, entonces ya no estamos hablando de la política como “el arte del bien común”, sino de la manipulación de las mentes.
    El nazismo cayó en ese error. El comunismo también, así como el fascismo, u hoy en día el islamismo radical.
    Me gustaría añadir que la pérdida de valores de la sociedad occidental también adolece de esa alienación colectiva, de ese entontecimiento generalizado, que también sigue una estrategia, aunque en este caso en mi opinión no haya un Goebbels que la dirija, sino más bien somos todos nosotros los que nos la aplicamos.
    Hoy traigo a colación los once principios de la propaganda, elaborados y llevados a la práctica por el partido nazi, que sirvieron para que un pueblo entero retara al mundo. Es curioso, pero leyéndolos me siento incapaz de creer que el hombre aprenda de sus propios errores.
     

    1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.

    2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

    3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

    4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

    5. Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

    6. Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite mil veces, acaba por convertirse en verdad”.

    7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

    8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

    9. Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

    10. Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea un mito nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

    11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando una impresión de unanimidad.
      -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
      PD: Muchos de estos principios, son aplicados por mas gobernantes  de lo que uno cree a simple vista.
      La teoría de la conspiración, el enemigo que no descansa, la prensa que miente, y un desmedido culpar a los demás por errores propios.

      Ruloquaglia




martes, 21 de febrero de 2012



EL PUEBLO TIENE QUE DIFUNDIRLO PORQUE LOS IMPORTANTES LO ESCONDEN

PARA ESTAS EPOCAS ,TAN IGUALITARIAS ......  

  Es muy importante leer esto sobre todo los jovenes para que vean que existen hombres honestos  que pueden gobernar  Claro que como este es dificil pues no los dejan gobernar ni los de derecha ni los de izquierda En cuanto a la honradez podrian tomar ejemplo muchosssss de ILLIA asi con mayuscula
 
Illia en Pijama
Fue derrocado por sus aciertos y no por sus errores. Tuvo el coraje de meter el bisturí en los dos negocios que incluso hoy más facturan en el planeta : los medicamentos y el petróleo.
----------------------------------
Fue la ética sentada en el sillón de Rivadavia
--------------------------------
Por

Alfredo Leuco
Columnista político de
Radio Continental
 en el programa
“ Bravo.Continental ”
conduce
Fernando Bravo
L a V de 13 a 17
Columna leída al aire el
Lunes 15 de noviembre
El sábado, en su glorioso recital, Jairo contó una vivencia estremecedora de su Cruz del Eje natal.
Una madrugada su hermanita no paraba de temblar mientras se iba poniendo morada. Sus padres estaban desesperados. No sabían que hacer. Temían que se les muriera y fueron a golpear la puerta de la casa del médico del pueblo.
El doctor Arturo Illia se puso un sobretodo sobre el pijama , se trepó a su bicicleta y pedaleó hasta la casa de los González.
Apenas vio a la nenita dijo: “ Hipotermia ”.
“ No se si mi padre entendió lo que esa palabra rara quería decir ”, contó Jairo.
La sabiduría del médico ordenó algo muy simple y profundo.
Que el padre se sacara la camisa, el abrigo y que con su torso desnudo abrazara fuertemente a la chiquita a la que cubrieron con un par de mantas.
“ ¿ No le va a dar un remedio, doctor ? ”, preguntó ansiosa la madre.
Y Arturo Illia le dijo que para esos temblores no había mejor medicamento que el calor del cuerpo de su padre.
A la hora la chiquita empezó a recuperar los colores. Y a las 5 de la mañana, cuando ya estaba totalmente repuesta, don Arturo se puso otra vez su gastado sobretodo, se subió a la bicicleta y se perdió en la noche.
Jairo dijo que lo contó por primera vez en su vida.
Tal vez esa sabiduría popular, esa actitud solidaria, esa austeridad franciscana lo marcó para siempre.
El teatro se llenó de lágrimas.
Los aplausos en la sala denotaron que gran parte de la gente sabía quien había sido ese médico rural que llegó a ser presidente de la Nación.
Pero afuera me di cuenta que muchos jóvenes desconocían la dimensión ética de aquél hombre sencillo y patriota.
Y les prometí que hoy, en esta columna les iba a contar algo de lo que fue esa leyenda republicana.
Llegó a la presidencia en 1963, el mismo año en que el mundo se conmovía por el asesinato de John Fitzgerald Kennedy y lloraba la muerte del Papa Bueno, Juan XXIII.
Tal vez no fue una casualidad. El mismo día que murió Juan XXIII nació Illia como un presidente bueno.
Hoy todos los colocan en el altar de los próceres de la democracia.
Le doy apenas alguna cifras para tomar dimensión de lo que fue su gobierno.
El Producto Bruto Interno (PBI ) en 1964 creció el 10,3 % y en 1965 el 9,1 %. “ Tasas chinas ”, diríamos ahora.
En los dos años anteriores, el país no había crecido, había tenido números negativos. Ese año la desocupación era del 6,1 %.
Asumió con 23 millones de dólares de reservas en el Banco Central y cuando se fue había 363 millones. Parece de otro planeta.
Pero quiero ser lo mas riguroso posible con la historia. Argentina tampoco era un paraíso.
El gobierno tenía una gran debilidad de origen. Había asumido aquel 12 de octubre de 1963 solamente con el 25,2 % de los votos y en elecciones donde el peronismo estuvo proscripto.
Le doy un dato más: el voto en blanco rozó el 20 % y por lo tanto el radicalismo no tuvo mayoría en el Congreso.
Tampoco hay que olvidar el encarnizado plan del lucha que el Lobo Vandor y el sindicalismo peronista le hizo para debilitarlo sin piedad.
Por supuesto que el gobierno también tenía errores como todos los gobiernos.
Pero la gran verdad es que Illia fue derrocado por sus aciertos y no por sus errores. Por su histórica honradez, por la autonomía frente a los poderosos de adentro y de afuera.
Tuvo el coraje de meter el bisturí en los dos negocios que incluso hoy mas facturan en el planeta: los medicamentos y el petróleo.
Nunca le perdonaron tanta independencia. Por eso le hicieron la cruz y le apuntaron los cañones.
Por eso digo que a Illia lo voltearon los militares fascistas como Onganía que defendían los intereses económicos de los monopolios extranjeros.
El lo dijo con toda claridad: a mi me derrocaron las 20 manzanas que rodean a la Casa de Gobierno.
Nunca más un presidente en nuestro país volvió a viajar en subte o a tomar café en los bolichones.
Nunca más un presidente hizo lo que el hizo con los fondos reservados: no los tocó.
Nació en Pergamino pero se encariñó con Cruz del Eje donde ejerció su vocación de arte de curar personas con la medicina y de curar sociedades con la política.
Allí conoció a don González el padre de Marito, es decir de Jairo.
Atendió a los humildes y peleó por la libertad y la justicia para todos.
A Don Arturo Humberto Illia lo vamos a extrañar por el resto de nuestros días.
Porque hacía sin robar.
Porque se fue del gobierno mucho más pobre de lo que entró y eso que entró pobre.
Su modesta casa y el consultorio fueron donaciones de los vecinos y en los últimos días de su vida atendía en la panadería de un amigo.
Fue la ética sentada en el sillón de Rivadavia.
Yo tenía 11 años cuando los golpistas lo arrancaron de la casa de gobierno.
Mi padre que lo había votado y lo admiraba profundamente se agarró la cabeza y me dijo:
Pobre de nosotros los argentinos. Todavía no sabemos los dramas que nos esperan.
 Y mi viejo tuvo razón.
 Mucha tragedia le esperaba a este bendito país.
 Yo tenía 11 años pero todavía recuerdo su cabeza blanca, su frente alta y su conciencia limpia.