lunes, 23 de marzo de 2015

LA HISTORIA DE DON SANTO GIGLI

Publicado el 22/03/2015 - Un pedazo de historia nacida en el seno de la familia Gigli y que con el correr de los años supo transmitirse de generación en generación, hace génesis en el relato que Rodolfo "Chofi" Gigli allá por los años setenta, escuchó de sus ancestros y supo resguardar como un secreto familiar para sacarlo a la luz ahora, como una manera de evocar las vivencias de su bisabuelo, don Santo Gigli, recién venido a nuestro país. 

Esta historia que Rodolfo reveló en exclusiva a EL LIBERAL, le fue referida por su querida "Nona" cuando él era apenas un niño. Hoy cobra relevancia con el reciente hallazgo de dos tramos de las vías del Puente Negro, porque este descubrimiento ayuda a reconstruir un episodio que tiempo atrás, fue motivo de discusiones e hipótesis que no cerraban.

Todo comenzó cuando estando en Brasil, allá por el año 1900, don Santo Gigli recibió la propuesta de venirse a la Argentina, más precisamente para trabajar en Santiago del Estero, donde muchos de sus paisanos italianos se encontraban radicados. "Este detalle hizo más interesante la propuesta de arribar a estos lares junto a su familia", contó Rodolfo Gigli. Pero las cosas no eran como parecían. Al llegar a la ciudad de La Banda, se topó con la triste realidad de que quien le había prometido una oportunidad laboral no lo esperaba.

Sin agotar su esperanza, don Santo recurrió al boticario del lugar. Era un hombre de origen italiano que le preguntó el nombre de la persona que lo había invitado a venirse a Santiago. Cuando se lo dijo, el paisano cambió el tono, le preguntó si había venido con su esposa y si tenía hijas; tras la respuesta afirmativa, le dijo con voz firme: "¿Está con plata? Alójese en el lugar que le voy a indicar, enciérrese ahí, no salga hasta que yo regrese".

"El boticario cumplió cuenta Rodolfo, refiriendo a la historia que a su vez le contó la "Nona"-, le consiguió un nombramiento, iba a ser guarda puente y le dio la llave de una casilla que estaba al ingreso del mismo Puente Negro, en el margen de La Banda". 

Agradecido por el gesto de su paisano, don Santo le pidió que le explicase el por-qué de tanto misterio y por qué tuvo que esconderse por cuatro días. Sin más remedio, "el tano", le explicó que quien le ofreció venirse a La Banda, era un personaje oscuro de la zona, del que muchos sospechaban que reclutaba, ya en ese entonces, mujeres para la prostitución. 

Tremendo asombro se llevó don Gigli y un sentimiento de impotencia lo sacudió a sabiendas del riesgo que podía sufrir su mujer, quien velaba por sus dos hijas y un niño, que junto a él llegaban a estas tierras en busca de un destino mejor.

Al poco tiempo, don Santo comenzó a cumplir sus funciones en un extremo del Puente Negro. Recorría las vías del ferrocarril, revisando su estado y haciéndose de cargo de realizar las señales para el paso del tren. 

La noche cumbre de esta historia llegó con una torrencial tormenta, de las que nos tiene acostumbrados el clima de nuestra provincia. El río corría con fuerza. Entre los truenos pareció oírse un estruendo diferente. El relato que la bisabuela entregó a "Chofy" se vuelve rico en detalles. Don Santo sintió que algo había pasado y salió a mirar. El viento y la copiosa lluvia le apagaron el farol. Igual emprendió el camino por el puente. Uno a uno los durmientes mientras abajo, el río bramaba. 

"Caminaba como podía y se podría decir que no veía ya nada, de repente un relámpago iluminó la noche y entonces una escena terrible apareció delante de sus ojos: las aguas se arremolinaban alrededor de una gigantesca estructura en el lecho del río ¡se había caído un tramo del puente! Y don Santo estuvo a punto de precipitarse al vacío. Lo salvó el relámpago que lo hizo ver el desastre. La Nona dice que en ese momento, el pobre sólo atinó a gritar ´¡Madonna santa!´". 

La crecida del río Dulce había demostrado toda su bravura y el pedazo macizo del puente que había derrumbado con toda su fuerza, se apostaría en el lecho del caudal, intentando sepultar una historia salvada por los recuerdos. 

El hallazgo 

Casi 100 años después, cuando el Puente Negro comenzó a cobrar vida con la obra del Tren del Desarrollo, Rodolfo Gigli reconocido fotógrafo del medio- visitó la zona con la idea de registrar con imágenes la crecida actual del Rio Dulce. Fue el mismo día que un grupo de operarios se topó con aquel tramo de hierro, hundido en el agua y el tiempo. 

Rodolfo no dudó ni un segundo. Habló con Miguel Campos, quien se encontraba trabajando en la obra. "Me comentó que cuando estaban haciendo un canal de fuga, una máquina se trabó en algo enterrado y nadie de los presentes sabía que era, ya que estaba enterrado bajo el nivel del rio y parecía un tramo del puente. Se le consultó a uno de los ingenieros de la obra, Facundo Moya, quien le dijo que se habían todos sorprendido mucho cuando vieron aquel hierro oxidado", remarcó. 

Aquel tramo hallado en las tareas de excavación, al que los especialistas denominan "ordinarios", tiene una longitud de 20 metros. La gran mayoría de los tramos del puente son de estas características, salvo los seis centrales cuya longitud duplica la de los ordinarios. 

"Lo que nos confundía aquel día, es que este tramo está casi debajo del 5° tramo "alto" (como los denominamos a los de 40 metros) y más aún, se observan restos de dos pilas de fundación, idénticas a las que existían en ambas márgenes, de Santiago y La Banda, luego de los estribos del puente", sostuvo.

Lo cierto es que aquel tesoro enterrado en la profundidad del viejo rio y descubierto en forma accidental, ayudó a cerrar una "leyenda familiar" que se transmitió entre los Gigli por más de cien años. "Puede ser un hallazgo histórico para Santiago, para mí es una confirmación de una parte de la vida de nuestra familia" dijo Rodolfo-, después de esto, hoy puedo decir que encontré el tramo del puente que mi bizabuelo perdió hace 94 años" . l

sábado, 28 de febrero de 2015

Muerte de un republicano

Muerte de un republicano

Por Beatriz Sarlo | Falleció ayer, a los 83 años y por problemas respiratorios, el fiscal del histórico juicio a las juntas de la última dictadura militar.  Habrá dos días de duelo nacional. Beatriz Sarlo evoca sus valores de “firmeza y humildad”. Galería de imágenes.


Por Beatriz Sarlo | 28/02/2015 | 21:48



CIGARRILLOS. Sarlo, en su recuerdo de Strassera también habla de esos cigarrillos que lo acompañaron en casi todo momento, La simpleza de un personaje histórico.

Poco después del Juicio a las Juntas, una noche, Strassera entró en un restaurante  de la calle Talcahuano (un restaurante que ya no existe). La gente que estaba allí lo aplaudió. El fiscal saludó apenas, y encendió un cigarrillo, ya sentado a su mesa. Era la primera vez que yo asistía a algo así: que un fiscal fuera recibido como una celebridad. La época está muy lejos. Hace un mes, la muerte de un fiscal movilizó a decenas de miles. Las noticias judiciales van a la primera plana; los jueces se afanan por hacer conocer los avatares de sus decisiones al periodismo bajo la forma del off o el on the record; los fiscales, por la fuerza o la debilidad de sus denuncias, han pasado a ser figuras públicas. Pero en 1985 la justicia no estaba bajo los reflectores como hoy.

El fiscal ya había pronunciado su alegato. Ya había dicho: “Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más”.  Son palabras que podríamos recitar de memoria, pero que Strassera pronunció por primera vez. El Juicio a las Juntas militares había terminado con condenas y ese acto de justicia nos ofrecía una razón valedera, por lo menos una, para sentir orgullo patriótico.

Desde entonces Strassera fue el hombre que había atravesado por una circunstancia excepcional, porque excepcionales habían sido los crímenes de los que acusó a las Juntas militares y la Cámara dio por probados. Esos asesinatos, torturas y desapariciones fueron hechos únicos en nuestra historia y, como lo demostró la acusación del fiscal, sistemáticos. Su excepcionalidad radicaba en la monstruosidad del plan y en haber convertido al Estado en un órgano de exterminio.

Treinta años después, frases como éstas se han repetido miles de veces. Es bueno que se repitan, porque el olvido amenaza las más laboriosas construcciones del pasado. Por desinterés y descuido, por extraviado personalismo, por autocentramiento partidario, el juicio puede pasar a un segundo plano, sin tomar en cuenta su carácter fundante de una nueva moral pública en la Argentina. En cambio, durante el Juicio a las Juntas, todo lo que Strassera se proponía probar tenía una novedad trágica, no porque muchos no conociéramos incluso detalles de lo que había sucedido, no porque las organizaciones de Derechos Humanos no lo hubieran denunciado antes, sino porque el fiscal le presentó a los jueces de la Cámara testigos que habían sido desgarrados por la enormidad de los crímenes que se animaron a denunciar. Sólo las víctimas conocían una parcela del infierno, si habían conservado la vida, o sus familiares habían podido reconstruir el final de  algunos muertos. Sólo las víctimas habían sido arrastradas por sus captores hacia esos aguantaderos y pozos del dolor donde los victimarios martirizaban y destrozaban a sus prisioneros. Strassera hizo una luctuosa e implacable síntesis de lo que la Conadep había investigado en tiempo récord y de cuyo informe fueron seleccionados trescientos casos.

Strassera vivió meses rodeado de testimonios que todavía hoy son difíciles de escuchar por la extrema perversidad de los hechos que relatan. Imagino que fue para Strassera el descenso a un infierno que, como en pocos otros casos, es adecuado llamar “doliente valle que traga todo el mal del universo”, donde, si creemos a Dante, los malvados quedarán para siempre.

Strassera sobrellevó todo esto con modestia republicana, en el sentido más clásico. Fue un ejercicio de entereza moral. Poco inclinado a la espectacularidad, no usaba la primera persona ni se presentaba como aquel predestinado que magnifica su tarea incluso cuando no la cumple del todo. Sin embargo, es difícil que no supiera que ese Juicio a las Juntas era un hito en la historia política nacional y que pasaría a los libros. Un acto de justicia para siempre, como, de algún modo, lo certificaron esas dos palabras finales de su alegato. “Nunca más” indica el compromiso de que los crímenes no se repitan. La Argentina no debía acercarse nunca más a ese séptimo círculo del infierno, que Strassera citó en su alegato.

Admiré a Strassera sin conocerlo. Admiré, sobre todo, su sobriedad. Es imposible que no supiera que lo que hizo la fiscalía en el Juicio a las Juntas tenía un valor inaugural y que nada de lo que sucediera podría borrarlo. Sin embargo, haber sido protagonista de un hecho fundacional, sostén de la escena de la transición democrática, no le impuso el sentimiento de grandeza que habría podido asaltar un espíritu que no se distinguiera por la sobriedad y la modestia.

Sin conocer a Strassera, me animo a decir que ésas fueron sus virtudes. Carecía, por lo menos en público, por lo menos en todo lo que sabemos de él, del sentido de la propia importancia, esa desdeñosa convicción que convierte, incluso a los mediocres, en aspirantes a figura histórica. Aceptó el nombramiento de Alfonsín como fiscal en un momento donde las cosas no fluían: los militares conservaban sus batallones (como lo demostraron varias veces) y no imaginaban que la justicia civil se iba a animar a tanto. Esos militares se habían negado a juzgarse, como se los propuso Alfonsín, y consideraban que la autoamnistía que habían declarado antes de entregar el gobierno y que aceptaron todos los peronistas (salvo que se presenten las declaraciones en contra), ya había prevalecido sobre  el reclamo de justicia.

Se ignoraba qué riesgo esperaba a los protagonistas judiciales del juicio. Ni Strassera, ni Moreno Ocampo, ni los jueces de la Cámara podían estar seguros de que lo que hicieran no iba a traerles consecuencias personales acordes con la gravedad de aquello que juzgaban. Todos estaban en peligro y todos debían tener esa valentía que no tiene nada que ver con el desplante ni el desafío oratorio, sino con la firmeza. Probablemente, los que aplaudimos a Strassera esa noche de 1985, cuando entró a Bachín (un nombre tan porteño como era porteño el estilo del fiscal), tampoco tuviéramos conciencia plena del paso que se estaba dando.

Strassera fue uno de los protagonistas de un gran acto de la transición democrática. El escenario era inseguro y no se conocía del todo la trama futura de los hechos. Sin ademanes, Strassera aceptó el riesgo en el momento adecuado. No estuvo solo, pero lo animó una convicción que encaró con responsabilidad y valentía. Supo que era uno de los hombres del momento. No se equivocó y es un protagonista de la historia.

jueves, 26 de febrero de 2015

STIUSO. La construcción de un demonio necesario

POR JORGE URIEN BERRI / LA NACIÓN
¿Stiuso con una ese o con dos? ¿Un apellido verdadero o falso? ¿Un espía poderoso por haberse adueñado de los secretos de sucesivas dirigencias de todo tipo o una cómoda e interesada exageración que ahora podemos convertir en monstruo porque así lo exige la necesidad política y social del momento?
Cuando Antonio Horacio Stiuso vaya a declarar, podría dictarle al secretario de la fiscalía, si quisiera, la historia secreta de la Argentina de los últimos veinte años. Claro que, salvo a los amantes de la verdad, a pocos les gustaría el relato, y muchos se consolarían recordando que se trata de un espía y que los espías mechan verdad y mentira en dosis que sólo ellos conocen.
Stiuso podría contar los servicios que le pidieron desde la Casa Rosada y su colaboración con la CIA, el FBI y el Mossad israelí. Podría recitar la lista de periodistas a sueldo de la ex SIDE y la nómina de abogados que cobraban en ese organismo por defender a importantes acusados en los escándalos del menemismo. Podría contar hasta dónde llegaba y dónde terminaba la voluntad de varios jueces y fiscales federales cuando escuchaban sus pasos por los pasillos de los tribunales de Comodoro Py. Podría contar cómo abrazaba sin pudor a algún juez federal en las narices de alguien a quien él, Stiuso, había denunciado penalmente. Podría contar quién era, en realidad, el fiscal Alberto Nisman, y si era Nisman o él quien ejercía la conducción de la causa AMIA.
Tal vez hasta podría contar la verdadera historia del atentado a la mutual judía y explicar por qué, si los responsables que imputó Nisman son iraníes, se montó en la Argentina un descomunal encubrimiento horas después del estallido del 18 de julio de 1994, un encubrimiento por el que están acusados los primeros investigadores de la causa. También podría contar por qué las importantes pistas que, además de conducir a Teherán, conducen a Buenos Aires, se extirpaban del expediente principal para alojarlas en los centenares de legajos paralelos.
Necesitamos demonios y santos y a ambos los fabricamos sin querer saber de qué fibra están hechos. Se ha convertido en mártir a Nisman y en demonio a Stiuso. Claro que no lo son, pero nos conviene creerlo, aunque se sumen los testimonios que muestran a un fiscal dependiente de Stiuso y casi hipnotizado por el espía.
Pero si Nisman era casi una construcción de Stiuso, Stiuso también era una paulatina pero incesante construcción de los gobernantes que lo usaron en su beneficio y que al hacerlo lo dotaban de más poder: el que otorga conocer los secretos de los poderosos. Tanto poder le dio autonomía y el Gobierno lo jubiló. Fue un golpe muy fuerte para Nisman, cuyo poder emanaba de Stiuso. Nisman sabía que correría una suerte parecida y así se lo dijo a Fernando Oz, según narró el periodista de Perfil. Luego, el fiscal denunció al Gobierno y, tras su muerte, el Gobierno alentó fuertes sospechas sobre el eventual papel de Stiuso en el caso.
El hombre de los secretos será lo que queramos y lo que necesitemos que sea para no asumir que siempre supimos y toleramos que una porción de nuestra historia y de las sentencias judiciales -y más de una nota periodística- se escribían o dictaban en la ex SIDE..p< co con una ese o con dos? ¿Un apellido verdadero o falso? ¿Un espía poderoso por haberse adueñado de los secretos de sucesivas dirigencias de todo tipo o una cómoda e interesada exageración que ahora podemos convertir en monstruo porque así lo exige la necesidad política y social del momento?
Cuando Antonio Horacio Stiuso vaya a declarar, podría dictarle al secretario de la fiscalía, si quisiera, la historia secreta de la Argentina de los últimos veinte años. Claro que, salvo a los amantes de la verdad, a pocos les gustaría el relato, y muchos se consolarían recordando que se trata de un espía y que los espías mechan verdad y mentira en dosis que sólo ellos conocen.
Stiuso podría contar los servicios que le pidieron desde la Casa Rosada y su colaboración con la CIA, el FBI y el Mossad israelí. Podría recitar la lista de periodistas a sueldo de la ex SIDE y la nómina de abogados que cobraban en ese organismo por defender a importantes acusados en los escándalos del menemismo. Podría contar hasta dónde llegaba y dónde terminaba la voluntad de varios jueces y fiscales federales cuando escuchaban sus pasos por los pasillos de los tribunales de Comodoro Py. Podría contar cómo abrazaba sin pudor a algún juez federal en las narices de alguien a quien él, Stiuso, había denunciado penalmente. Podría contar quién era, en realidad, el fiscal Alberto Nisman, y si era Nisman o él quien ejercía la conducción de la causa AMIA.
Tal vez hasta podría contar la verdadera historia del atentado a la mutual judía y explicar por qué, si los responsables que imputó Nisman son iraníes, se montó en la Argentina un descomunal encubrimiento horas después del estallido del 18 de julio de 1994, un encubrimiento por el que están acusados los primeros investigadores de la causa. También podría contar por qué las importantes pistas que, además de conducir a Teherán, conducen a Buenos Aires, se extirpaban del expediente principal para alojarlas en los centenares de legajos paralelos.
Necesitamos demonios y santos y a ambos los fabricamos sin querer saber de qué fibra están hechos. Se ha convertido en mártir a Nisman y en demonio a Stiuso. Claro que no lo son, pero nos conviene creerlo, aunque se sumen los testimonios que muestran a un fiscal dependiente de Stiuso y casi hipnotizado por el espía.
Pero si Nisman era casi una construcción de Stiuso, Stiuso también era una paulatina pero incesante construcción de los gobernantes que lo usaron en su beneficio y que al hacerlo lo dotaban de más poder: el que otorga conocer los secretos de los poderosos. Tanto poder le dio autonomía y el Gobierno lo jubiló. Fue un golpe muy fuerte para Nisman, cuyo poder emanaba de Stiuso. Nisman sabía que correría una suerte parecida y así se lo dijo a Fernando Oz, según narró el periodista de Perfil. Luego, el fiscal denunció al Gobierno y, tras su muerte, el Gobierno alentó fuertes sospechas sobre el eventual papel de Stiuso en el caso.
El hombre de los secretos será lo que queramos y lo que necesitemos que sea para no asumir que siempre supimos y toleramos que una porción de nuestra historia y de las sentencias judiciales -y más de una nota periodística- se escribían o dictaban en la ex SIDE.

sábado, 31 de enero de 2015

El Martin Forro




Otra que el Martín Fierro...
Frondosa vegetación,
esplendorosos jardines,
alfombras de macachines
y plantas en floración.
Puso la sacra mansión
nuestro Señor con gran tino,
pero de puro jodón
la pobló con argentinos.

No obstante tal estropicio
el asunto anduvo andando
bastante bien en su inicio.
De a poquito y trabajando
la gente iba prosperando,
y trabajando vivía,
a los demás respetando
como correspondía.
Pero Satán no podía
tolerar tanta armonía
y en su cueva discurría
sobre el método preciso
de serrucharles el piso
a Dios y su Paraíso.

Tanto y tanto caviló
su mente febril y astuta,
que descubrió, el hijo'e puta
la solución a su intriga:
Les mandó desde el infierno
para que fuese gobierno
al pingüino y la Cristina.
Era un pingüino pintón,
dicharachero y goloso,
campeón de los mentirosos
y audaz hasta la raíz.
Mozo jinetazo ahijuna
capaz de robarse un país
y de venderlo en la luna.

De entrada nomás armó
al son de matraca y bombo
un mayúsculo quilombo.
A lo loco discursió
macaneando sin tapujos,
prometiendo mejorías,
comodidades y lujos
a las grandes mayorías.
Con ganas les predicó
una consigna increíble,
que había que trabajar,
pero lo menos posible,
y que su mayor función
era joder al patrón.

Luego que los convenció
sin freno siguió y siguió
mintiendo y chantapufeando
a los de arriba jodiendo,
a los de abajo engañando,
a los del medio fundiendo.
Odios al pedo creando
y a todo el mundo cagando.
Con el correr de los años,
y podrido ya, en plata,
empezó a meter la pata
queriendo usar a la zurda
para mayor estropicio
mas se dio vuelta el papel
y la zurda lo usó a él
en su propio beneficio.

Satán entonces pensó
con su profunda sapiencia:
"Este huevón nos está
entregando sin conciencia
a nuestra peor competencia".
Y en plenario del Averno
decidió que lo llevaran
de vuelta para el infierno.
Así se fue del Paraíso
porque Lucifer lo quiso
dejándonos en herencia
en estado de demencia
gobernados por su viuda
junto con la horrible duda
de que si es más gil que bruta
o más boluda que astuta.

Bajo ella, muy verticales,
multitudes de reptantes,
manyaorejas y maleantes
alcahuetes estatales
y coimeros a destajo
desempeñando funciones
de Ministro para abajo.
Legiones de guardaespaldas
y asesinos mercenarios
protegiendo a perdularios
gremialistas millonarios.
La moneda envilecida,
la moral emputecida,
la fe defraudada y rota
y el país hecho pelota.

Autor desconocido
MORALEJAQuedó así el país convertido
en un paraje triste y corrompido
con un pueblo infeliz y sometido
a través del engaño y la falacia
al yugo de una hedionda mierdocracia.

Del bombo y las matracas al compás,
y ya que todos juntos somos más,
cantemos bajo el sol sin disimulo
que contentos votamos como el culo
entre analfas, grasitas y grasudos
más de siete millones de boludos.

jueves, 29 de enero de 2015

SIONISMO Y JUDAÍSMO: DEFINIENDO LA TERMINOLOGÍA


 
Sionismo y judaísmo: definiendo la terminología
Lo que sigue son las palabras de una conferencia dada por el rabino Yisrael Dovid Weiss en la Asociación Unida para Estudios e Investigaciones (UASR). Estas palabras fueron pronunciadas en una mesa redonda que tuvo lugar el 14 de marzo, por invitación del jefe de redacción  del MEAJ Dr. Ahmed Yousef.
Me corresponde hoy hablar sobre judaísmo y sionismo. Tomando en cuenta las acepciones corrientes en los medios masivos, parecería que sionismo y judaísmo son redundantes. ¿Acaso no se trata de una misma y única cosa?  ¿Es que los judíos no son por definición sionistas? Esto es totalmente falso, como espero demostrarles al final de esta intervención. Pero es una impresión muy difundida, tanto entre judíos mal informados como entre los no judíos.
Corregir un dato histórico en el caso de una falsificación siempre es benéfico, pues como todos sabemos, “el sello del Creador es la verdad”. En el caso del sionismo no se trata solamente de un error al nivel académico. Se trata de un error que ha causado muchas muertes y destrucciones en el pasado, y seguirá produciendo en el futuro sin remedio, (no lo quiera Dios) si se deja sin corregir.
En realidad espero y rezo porque hoy sea el primer paso de un proceso que podrá llevarnos a una solución justa para lo que es la agonía del Oriente Medio, o por lo menos, un alivio al sufrimiento del pueblo.
El triunfo de la falsedad
Empecemos por una simple pregunta. ¿Cómo es que ha triunfado la mentira que iguala al judaísmo con el sionismo? ¿Por qué algo cuya falsedad es tan fácil demostrar, ha logrado capturar las ciudadelas de la opinión pública occidental? Y al final, ¿qué podemos hacer nosotros al respecto?
La historia la escriben invariablemente los que salen victoriosos de sus convulsiones. En el caso del forcejeo sionista-palestino del siglo pasado, este factor coloca inmediatamente al Estado israelí, a sus propagandistas y apologistas internacionales, en posición de timoneros ideológicos.
En segundo lugar, el sufrimiento del pueblo judío durante la Segunda Guerra mundial en Europa creó una simpatía extraordinaria entre los pueblos del mundo entero, y esta simpatía sincera y recomendable es lo que  viene explotando la máquina de propaganda sionista desde 1945.
Por fin, los propagandistas sionistas siempre son muy dados a la censura y a los enfrentamientos tácticos. Es muy útil en este sentido leer al antiguo congresista Findley quien escribió un libro titulado Ellos se atrevieron a hablar (They Dared to Speak Out). Es el recuento vergonzoso de los inmensos recursos que el lobby sionista empeñó en destruir la carrera de ciertos políticos de Estados Unidos, todos los que habían alzado la voz contra el sometimiento de esta nación a Israel.
Por supuesto, los judíos antisionistas de todas las orientaciones políticas y religiosas experimentan el látigo del movimiento sionista, desde sus inicios. En 1924, un estudioso judío holandés, el Dr. Jacob Israel de Hahn, que fue secretario del rabino Yosef Chaim Sonnenfeld (1849-1932) rabino en jefe de Palestina (benditas sean sus memorias), fue asesinado cuando estaba regresando de sus rezos del atardecer fuera del hospital Shaarui Zedek en Jerusalén. Su crimen era haber entablado discusiones con dirigentes árabes que ofrecían una alternativa a la hegemonía sionista. Sus asesinos eran miembros de Haganah, una organización sionista mal  llamada “organización de defensa”. De hecho, el Dr. de Hahn puede ser descrito como la primera víctima de la violencia sionista en Tierra santa.
Pero fuera de un círculo limitado de judíos antisionistas, este asesinato cobarde y a sangre fría es completamente desconocido.
Igualmente desconocido del público en general es la facilidad con la cual los sionistas se volvieron en contra de sus compañeros judíos, como en el hundimiento de los barcos cargados de refugiados judíos, con los que se contaba despertar la simpatía mundial, como el S.S. Patria en 1940 y el S.S. Struma en 1941, que le costaron la vida a 276 inocentes judíos en el caso del primero y 769 en el caso del último.
Se conocen mejor las campañas de terror estatal contra inocentes árabes y británicos. Obviamente este movimiento  no valora para nada la vida humana, y no tolera la crítica pública.
Por suerte, sin embargo, le falta al sionismo el arma más poderosa en cualquier arsenal ideológico, pues no tiene la verdad de su parte.
Por esto es que hoy en día a pesar del poder del lobby sionista y el servilismo hasta una fecha reciente de la mayoría de los políticos, medios e instancias educacionales aquí en América, a sus dictámenes, el bloqueo está llegando a su fin.
Hay más y más gente cuestionando la versión sionista de la historia.
En la ONU y por toda Europa ya se han planteado estas cuestiones, y se han contestado ampliamente. Las respuestas suman una variedad de críticas al Estado de Israel. Algunos se centran en la crítica de las prácticas israelíes. Otros apuntan a la filosofía subyacente a todo esto.

Neturei Karta internacional siempre ha estado el frente de aquellas voces que se han levantado en oposición al sionismo.
Nuestra oposición nos ha llevado por el mundo, desde Yemen e Irán hasta África del sur y Ginebra, y a atender el año pasado la conferencia de la ONU sobre el racismo (y espero que tengamos copia de las conferencias allí pronunciadas por nosotros). Los que nos apoyan resistieron la censura y el terror sionista en las calles de Jerusalén, Manhattan, Londres, Manchester, Montreal y dondequiera que existan comunidades judías ortodoxas.
Pero estamos yendo más adelante. Para entender las fuentes del desgarre actual de Medio Oriente, debemos definir nuestra terminología. ¡Qué es judaísmo, y qué es sionismo?

Definiciones

El judaísmo es la fe del pueblo judío. Tiene sus raíces en la revelación en el Monte Sinai donde Dios le dio la Torah a la humanidad. Las doctrinas y leyes reveladas allí al pueblo judío nos obligan para siempre. Los estudiosos y santos judíos llevan siglos explicando la Ley. Y estas explicaciones forman parte a su vez de nuestra tradición.
Esta definición del judaísmo fue universalmente aceptada por el pueblo judío hasta el amanecer de la etapa llamada de las Luces en Europa. En el albor del abandono masivo de Dios, muchos judíos lo mismo que muchos cristianos y musulmanes en el mundo entero, llegaron a rechazar sus creencias.
Con la idea de crear una religión fabricada por el hombre, surgieron movimientos tales como la reforma, el judaísmo  conservador y reconstruccionista. Estos movimientos tenían en común el rechazar algunos, muchos o todos los puntos básicos de la fe en la Torah.
Exilio y redención
Uno de los artículos principales de la Torah es que el creador premia y castiga a la humanidad.
En varios de los libros proféticos del Antiguo Testamento, se advirtió al pueblo judío que una rebelión seria contra la voluntad de Dios acarrearía el castigo más severo. Si no recapacitaban, esto podía llevar a la ruina del Templo sagrado en Jerusalén y al exilio de la totalidad de la nación judía.
Así, amigos, en estas antiguas profecías es donde empieza la pelea entre judaísmo y sionismo.

Y llegaron a producirse todos los horrores anunciados. Fueron expulsados los judíos de Tierra santa. El primer exilio, también conocido como cautiverio de Babilonia, sólo duró 70 años. Por una serie de acontecimientos milagrosos el pueblo fue devuelto a su tierra. Esta secunda entrada dio lugar a la reconstrucción del Templo. El segundo Templo estuvo allí desde hace unos 2500 años, y hasta 1900 años atrás, cuando fue destruido. Esta vez, la causa fue nuevamente la pésima conducta del pueblo al cual le correspondía cumplir con exigencias muy altas de la Divinidad.
Pero las profecías de desgracia venían acompañadas con promesas de consuelo. El exilio no duraría siempre. Vendrían años de dispersión, muchos de ellos padecidos junto con la persecución. Pero todavía estaba la promesa de que el pueblo volvería a la tierra, aunque el retorno no estaba en poder de los seres humanos. Lo anunciaría el advenimiento de Elías el profeta acompañado por muchos milagros. Y esta vez la redención no llegaría solamente para el pueblo judío sino para el mundo entero. Se les enseñó, por medio de los profetas y sabios siguientes, que su exilio era el castigo por sus pecados. Esto significaba que el único camino razonable y permitido para poner fin al exilio eran el arrepentimiento y la oración.
Sugerir que uno pudiera usar medios políticos o militares para huir del mandamiento divino  era visto como una herejía, una negación del gobierno divino sobre pecado y perdón. Y así, fueron pasando los siglos mientras el pueblo judío rezaba y esperaba los milagrosos acontecimientos de la redención.
Durante estos largos años no hubo un judío que sugiriera que el exilio pudiese concluir por intervención humana; y eso consta en un pueblo que siempre ha estado estudiando y escribiendo sobre ello.
Tierra santa siempre fue venerada, por supuesto, y pequeñas colonias, casi uniformemente dedicadas a la oración, la contemplación y el estudio se establecieron allí.
Sólo a finales del siglo XIX entre judíos muy alejados de su fe empezó a proclamarse que el exilio era el resultado de la debilidad judía. Theodore Herzl y un puñado de gente, todos ignorantes y no observadores de la Torah, empezaron a implementar el proceso que en el siglo siguiente iba a producir sufrimientos jamás vistos tanto para judíos como para palestinos.
La oposición rabínica
Estos sionistas tempranos se encontraron con la oposición de la dirigencia rabínica de la región.
 Dicha oposición se basaba en cuatro afirmaciones.
  1. El concepto mismo de sionismo era una refutación de la creencia tradicional de la Torah en el exilio como castigo y redención, en dependencia de la penitencia y la intervención divina.
  2. Los sionistas eran muy anti-religiosos. Su pretensión de representar al pueblo judío vino después. ¿Cómo pueden los que rechazan el judaísmo convertirse en dirigentes de los judíos? Su natural instinto los llevaba a combatir la observancia de la Torah.
  3. El sionismo estaba totalmente indiferente hacia los no judíos en general, y hacia el pueblo palestino que ya vivía allí. Su política opresiva iba a causar forzosamente mucho dolor y sufrimiento, y tenía que llevar a la judería mundial a conflictos innecesarios con las naciones del mundo entero.
  4. El sionismo llevaría a los judíos a ser menos leales a los gobiernos bajo cuya protección vivían en el exilio. Esto debilitaría el patriotismo judío y exacerbaría los conflictos entre judíos y gentiles.
Por el mundo entero, los sionistas eran una minoría. Incluso aquellos judíos que habían perdido el contacto con la tradición eran capaces de ver que el sionismo era una carta segura para el desastre.
Dentro del movimiento sionista mismo, una diminuta fracción criticaba sin parar tanto al partido laborista como a la corriente revisionista principal (la de Jabotinsky). Este grupo pequeño, asociado con el movimiento Brit Shalom, abogaba por un Estado bi-nacional, democrático, y quería aceptar un estatuto de minoría judía en el mismo. En palabras de uno de sus pensadores eminentes, Judah Magnesm canciller de la Universidad hebrea, “Si no podemos encontrar el camino de la paz y el entendimiento (con la población indígena) si sólo podemos establecernos por la fuerza de las bayonetas, entonces nuestro proyecto entero es inválido, y es mejor que nos mantengamos al margen de la corriente sionista dominante.
Por supuesto, en el horizonte de la Torah la misma noción de soberanía judía de cualquier tipo sobre la Tierra santa está prohibida. Notamos que incluso los que han deseado algún grado de retorno judío veían esto, en la medida en que tenían cierta decencia básica, como algo que se debía edificar con el consentimiento de la población palestina autóctona.

La inmigración sionista se volcó durante los años 1920 y 1930. El gobierno británico deseaba  hacerlo todo por todos a la vez, pero fracasaron sus esfuerzos. Al mismo tiempo la conquista sionista mediante la inmigración se volvió una conquista armada con actos de terrorismo contra los palestinos, los ingleses, y otros judíos, y esto a diario.
Pero a pesar de las maquinaciones sionistas, si no fuera por el destino trágico de los judíos durante la Segunda guerra mundial el Estado de Israel posiblemente no habría llegado a existir nunca. Como lo hemos planteado antes, después del Holocausto, el mundo volcó su compasión hacia los judíos en forma de respaldo a los sionistas.
No se pensó en el profundo y justo deseo de los palestinos de ser un pueblo soberano en su propia tierra o en los judíos antisionistas que vivían allí.
Es como si un hombre expulsado de su hogar por una pandilla de malhechores se viniera a la casa de otra persona y decidiese expulsar de allí a los habitantes para apoderarse del lugar. Seguramente el sufrimiento que el hombre ha padecido en manos de los forajidos no basta como razón para expulsar a otra familia de sus antiquísimos lugares de residencia a lo largo de los siglos.
No dudo que si a un pueblo palestino soberano en su propia tierra se le hubiese pedido  después del Holocausto, junto con otras naciones del mundo, que acogiesen a refugiados judíos, habría aceptado fácilmente. Pero no se podía esperar de ellos que abandonasen sus casas y propiedades y su mima identidad para abrirle un espacio a cientos de miles de refugiados judíos cuyo objetivo era expropiarlos y ejercer su mando sobre ellos.
A lo largo del siglo XX un amplio sector de los judíos ortodoxos ha permanecido inmune a la tentación sionista. Desgraciadamente, durante el mismo período, algunos judíos ortodoxos sí adoptaron el sionismo, mientras otros intentaban coexistir con él.
Los que  mantuvieron nuestra fe tal como nos fue impartida a lo largo de los siglos han combatido el sionismo en Tierra santa y en el mundo entero. Estos judíos, que tienen muchos descendientes viviendo en Jerusalén hasta el día de hoy, se negaron a reconocer el Estado judío. No votan en sus elecciones ni sirven en su ejército, No aceptan ninguna ayuda financiera del gobierno para sus escuelas, con lo cual hunden sus escuelas en una crisis financiera sin fin.
Desde su punto de vista el Estado de Israel existe en violación de los principios fundamentales de la Torah. En su política a diario viola la práctica de la Torah. Pretende representar al pueblo judío, pero es vil y corrupto. Al aceptar no creyentes como dirigentes judíos estos personajes profanan el nombre santo de Dios públicamente, pecado muy grave a los ojos de la Torah.
Los judíos píos, entre los cuales Neturei Karta no es más que un  grupo entre otros son veteranos en la lucha antisionista. Nosotros sabemos mejor que nadie lo difícil que es romper con el bloqueo mediático, especialmente en los Estados Unidos.
Pero debemos franquear este bloqueo para llegar a una paz verdadera en Medio Oriente. Nuestros sabios talmúdicos nos han informado que cualquier tentativa prematura para poner fin al exilio terminará en ríos de sangre.
Estamos presenciando  el baño de sangre. Israel ha causado más desangramientos que nadie hubiese podido imaginar. Décadas antes del Estado, el deseo sionista de gobernar llevó a asaltos, asesinatos, muertes y dolores sin fin.
En estos días aumenta la tasa de muertos. Tanto los partidarios de la línea dura como los otros han perdido sus esperanzas. Los dos  bandos han acompañado al gobierno israelí, y han fracasado.
Amigos, no habrá paz en el Medio Oriente mientras haya un Estado de Israel.
No se puede violar la Torah. Nuestra tarea en el exilio no la cumpliremos mientras estemos buscando poner fin a nuestro exilio mediante humanas agitaciones. Y nuestras esperanzas de redención no se cumplirán en el Estado israelí.
Por supuesto, una parte inmediata de la solución está en ver  las implantaciones en Gaza y en Cisjordania desmanteladas. Los colonos que viven allí deben irse tan pronto como sea humanamente posible.
La verdadera solución fiel a la Torah, la clave de la paz, es la inmediata devolución de Palestina a los palestinos, en su totalidad, incluyendo el Monte del Templo y Jerusalén. Lo cual incluiría por supuesto el derecho pleno al retorno para todos los refugiados palestinos.
Esto es lo que exige la justicia elemental. Es el camino de la Torah y del sentido común.
El pueblo judío tiene muchos mandamientos (mitzvos) según los cuales debemos permanecer en el exilio. Atacar y matar a los niños palestinos no forma parte de ningún mandamiento.
Claro que hoy en día residen millones de judíos en Palestina. Decidir si algunos, todos o ninguno deben seguir viviendo allí bajo gobierno palestino es cuestión que le atañe a los palestinos, los legítimos soberanos de la tierra.
Esto dará inicio al proceso de paz con justicia y bendiciones entre pueblo palestino y pueblo judío.
Mientras tanto sin embargo, dado que por ahora muchos judíos que viven en Tierra santa son víctimas de la propaganda sionista, ¿cuál es el camino a seguir?
Por nuestra parte la obligación permanece la misma. Educar a la comunidad judía acerca de los errores doctrinales y los males que acarrea el sionismo en la práctica. Unirnos a nuestros primos palestinos en la protesta contra los estragos del sionismo. Procurar la paz con todos los hombres y todas las naciones. Practicar nuestra fe. Adorar al Creador con humildad, modestia y piedad.
Pero avancemos un paso más y examinemos el impacto que puede tener el antisionismo judío sobre el mundo musulmán. Primero es importante, tanto en la práctica como en lo moral, que los palestinos y la ideología islámica en general no confundan sionismo y judaísmo, lo cual los hace vulnerables ante las acusaciones de antisemitismo.
Además, podría resultar beneficioso para la causa palestina que hicieran públicas sus buenas relaciones con los judíos antisionistas, rompiendo con ello el estereotipo que difunden los medios dominados por los sionistas, que los hace aparecer como fanáticos desbordantes de odio sin motivo.
Esta coalición de judíos antisionistas y palestinos que ven la inhumanidad del sionismo bien puede convertirse en una fuerza moral para el bien en el mundo.
En cualquier caso, terminemos esta jornada con nuestras agendas morales bien acompasadas. Entendamos ya que la judería fiel a la Torah no es de ninguna manera enemiga del pueblo palestino en particular o del mundo islámico en general.
Se ha hecho tarde. Las muertes de civiles aumentan a diario. Hay inocentes sufriendo en ambos bandos.
Quiera la Divina Voluntad que el Estado de Israel sea desmantelado rápida y pacíficamente, que judíos y palestinos vivan en paz de una vez unos con otros en el mundo entero así como en Tierra santa, y que en breve, en estos tiempos nuestros, la humanidad entera se haga merecedora del advenimiento de la divina redención, marco en el cual el reino de Dios será aceptado.
Para mayor información contáctenos:
Neturei Karta International
Judíos unidos contra el sionismo
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lunes, 26 de enero de 2015

Los disparates de un paranoico

Los disparates de un paranoico

Por Gabriel Levinas  | Para LA NACION

 
Me pidió que nos encontráramos en un parque del barrio de Caballito, dijo que conocía mi cara y se iba a acercar cuando estuviera seguro de que no lo estaban siguiendo. Era un sábado a la tarde y yo no tenía nada que hacer, no perdía nada. Confieso que después me dio un poco de temor, llegué a imaginar alguna trampa. La curiosidad pudo más y fui.

Esperé diez minutos sentado en el banco cuando pude observar a un hombre cincuentón, calvo. Su cuello parecía hundido en una campera de nylon marrón, como intentando ocultar su cara. Pasó disimuladamente un par de veces frente a mí antes de sentarse.

Se presentó como Bernardo. Sin preámbulo comenzó a narrarme lo que trataré de transcribir lo más fielmente posible, ya que no me permitió grabar. No dejaba de mirar hacia todos lados, preocupado y vigilante. Sólo interrumpió su relato cuando me pidió que sacara la batería de mi celular.

Dijo haber trabajado hasta julio de 2012 en la Presidencia de la Nación. Formaba parte de un grupo de planificación que dependía directamente del jefe de Gabinete.

La narración era un poco atolondrada, la fechaba a principios de 2007, cuando se decidió llevar adelante un plan tendiente a implementar una serie de medidas, algunas públicas y otras de carácter secreto, para poner en práctica lo antes posible algo que Bernardo llamaba "la dictadura científica".

El proyecto se basaba -de ahí su nombre- en una idea de Aldous Huxley cuando escribió en 1932 su novela Un mundo feliz . Huxley explicó años más tarde que las propuestas del futuro dictador serían implementadas sin dolor por un cuerpo de ingenieros sociales altamente capacitados. Ya no sería necesario matar o encarcelar a nadie para imponerlas.

Pero este proyecto era mucho más sofisticado; de hecho, eran impensables para Huxley los avances científicos y tecnológicos que hoy posibilitan de manera asombrosa conocer toda la actividad de los ciudadanos. Sus pensamientos, sus círculos de amistad, sus costumbres, hasta sus más íntimos secretos.

Por cierto, estaban dispuestos a usar todo el aparato estatal para mejorar la vieja idea. Para ello era imperativo subordinar a la Justicia y evitar inconvenientes propios de las repúblicas democráticas. Iban a aprovecharse de las debilidades de la democracia para poder instalar la más sofisticada de las dictaduras.

Se creó rápidamente un grupo especial de la SIDE, que coordinara en todo el país la recolección de datos mediante la utilización de cientos de camionetas que transportan unos equipos de última generación comprados en Estados Unidos, que escanean y recolectan cualquier transmisión de datos por vía inalámbrica en dos cuadras a la redonda. Celulares, WI-FI.

La capacidad de almacenamiento de la información digital, como todos sabemos, es ilimitada. "Pero ¿quién procesaría y para qué todo ese enorme caudal de información, básicamente inútil?", pregunté.

Bernardo esbozó su primera sonrisa y dijo con repentina calma: "Todo sirve, todo".

"Ellos guardan todo -continuó- no sólo eso guardan, también guardan todas las causas judiciales, denuncias policiales, movimientos de las tarjetas de crédito, las bases de datos de la tarjeta SUBE, los datos biométricos de las fronteras, todos los mails que se puedan conseguir y hackear, y por supuesto, la información de la AFIP. Hasta las computadoras de Conectar Igualdad forman parte del plan. También, claro está, las bases de datos de las telefónicas."

-Pero ¿qué hacen con todo eso? ¿Cómo se puede procesar? -pregunté.

Volvió a sonreír.

-No se procesa, sólo se guarda.

-No entiendo -le dije, alterado por lo absurdo del relato.

Me tomó de la mano, casi como para calmarme, y me explicó con una certeza que me dejó helado:

-Si aparece algún opositor, cualquiera que comience a molestar al Gobierno, se pone su nombre en el sistema y en segundos aparece toda su data. Se analiza y se decide el plan de acción. No se olvide, mi amigo, de que cuando le digo todo, le estoy diciendo todo. Dónde gasta su dinero, en qué, con quién, cuándo, con quién se junta, a quién le debe, con quién tiene pleitos, y entonces un especialista elige el mejor camino para amedrentarlo primero y, si no es suficiente, destruirlo. Todo esto para llevar adelante la idea fundamental: dividir a la sociedad entre los domesticados de primera y los de segunda. Los de primera son la población que consume, trabaja y produce, ya sea servicios o bienes, y los de segunda son los más humildes, los que están excluidos del mercado laboral, los subvencionados con planes sociales o la Asignación Universal por Hijo. En el círculo íntimo los llaman los "comedores de harina".

-¿Comedores de harina? -le pregunté, sorprendido, casi espantado.

-Sí -respondió-. Son fundamentales para la consolidación del poder. El plan es mantenerlos vivos al menor costo, procurando que la falta de nutrientes siga causando estragos en sus mentes y sólo sobrevivan para las elecciones, en las que indudablemente votarán por el Gobierno. Los expertos en psicología social y otros científicos del grupo sosteníamos que no existía ningún elemento que indicara que ellos puedan rebelarse si se los controla y se los alimenta casi exclusivamente con hidratos de carbono. Al resto, a los domesticados de primera, se los doblega mediante el control de los medios de comunicación y se usa la informática para reprimir. Todo estaba saliendo perfecto, no había un solo impedimento para avanzar a una etapa superior del plan.

-¿Y qué pasó? -pregunté.

-Nos equivocamos. Y por eso nos echaron. Yo los convencí de que no había genéticamente nada que haga que los comedores de harina se rebelen, pero aparecieron los qom.

-¿Los qom?

-Sí, los qom. Ahora gran parte de los fondos del proyecto se destinan a investigar qué tienen esos malditos que la harina y la yerba no logran reducirlos a la marginación absoluta, por qué esos cabrones, a pesar de todo nuestro esfuerzo por doblegarlos, conservan su orgullo y su dignidad.

De golpe dejó de hablar, como si hubiese visto al diablo mismo, se paró y se fue rápidamente y sin saludar.

Confieso que llegué a reírme de los disparates que terminaba de escuchar mientras por otra parte me compadecía del pobre paranoico. Asunto archivado, me dije mientras sacaba el auto del estacionamiento.

Jamás pensé en publicar semejante historia. Hasta que hace un par de meses pude ver en las noticias, de manera reiterada, que los qom estaban siendo literalmente cazados en las provincias de Chaco y Formosa. En ese momento me tenté a publicar algo, pero preferí no correr riesgos.

© LA NACION.

domingo, 25 de enero de 2015

¿Quién mató a Nisman?

Sarlo: "¿Quién mató a Nisman?"
25 de Enero de 2015



Por Beatriz Sarlo.
Perfil

Pandilla. A Nisman le dieron pistas falsas. Lo sostuvo la Presidenta y también una autoridad jurídica como Zaffaroni, ecuánime evaluador de cualquier cosa que concierna al kirchnerismo. A su vez, Nisman, hace cuatro años, calificó como falsa la denuncia de Pepe Eliaschev sobre las negociaciones secretas con Irán. O sea que la que había sido “una falsedad” se convirtió más tarde en el núcleo de sus acusaciones a la Presidenta y al canciller. Nisman afirmaba en su escrito que existía un plan para encubrir a los imputados iraníes. Y daba los nombres de una pandilla: D’Elía, Esteche, Yussuf Khalil, el camporista del riñón presidencial Andrés Larroque, Héctor Luis Yrimia y Allan, de quien todavía no podemos estar seguros si servía o no al Gobierno, estuviera o no en la nómina de la SI. En caso de que las operaciones hayan sido confiadas a esos sujetos, el panorama es tétrico.

Epistolario. El apresuramiento de Nisman por regresar a la Argentina abre preguntas todavía sin respuesta. Muchos kirchneristas se conduelen por una hija suya que estuvo tres horas sola en el aeropuerto de Barajas, como si éste, y no la muerte violenta de su padre, fuera el trauma de esa criatura.

La Presidenta, en su primera carta a los argentinos, no se olvida de mencionar a sus dos vástagos, Flor y Maximito, pero no tiene una palabra para la familia del fiscal. Todo sucede en esa carta como si quien la escribió fuera insensible. A la Presidenta le falta imaginación moral.

El estilo de esa primera carta es el de una enredada divagación, cuya chatura no impide que todo suene inapropiado y casi delirante. ¿La Presidenta no sabía que su carta iba a ser leída como la reacción oficial del gobierno argentino en el exterior?

De la segunda carta de la Señora Presidenta mejor no hablar. Nisman fue un cabeza de chorlito que le hizo caso a Stiuso (sólo porque así se lo había ordenado Néstor Kirchner) y si la Argentina le vende granos a Irán en algún momento, la Señora, con previsora táctica, le indica a la AFIP la lista de las empresas exportadoras. Si la primera carta era insensata, ésta es cruel y vengativa. Cristina Kirchner no escribe a la altura de la función que desempeña.

Llora por mí, Argentina. En la marcha del lunes pasado en Plaza de Mayo, vi un cartel que decía: “Nisman no se suicidó. Lo mató el miedo a la verdad”. Aunque se gritaban insultos a la Presidenta y su movimiento histórico (otro cartel: “Gobierno asesino y ladrón, mataste a Nisman”), había más gente emocionada y confundida que colérica. Muchos se abrazaban, buscando un cuerpo a cuerpo, un colectivo, un sujeto cuyo plural superara la confusión. Muchos lloraban.

Cuando los ciudadanos creen entender qué sucede, incluso cuando se equivocan, esta creencia es tranquilizadora. Por el contrario, cuando no se entiende, poco sirve atribuir una culpa a alguien. Esa noche en la Plaza, quienes culpaban al Gobierno no podían encontrar un relato que apoyara esa certeza, porque los fragmentos de “datos” y “hechos” pertenecen todavía hoy a una esfera oscura y cambiante.

La pesadilla no es sólo lo sucedido. La pesadilla es no entender lo que sucedió. Las pruebas que iba a presentar Nisman hablan de un pacto cuyos frutos serían de todos modos injustos para con las víctimas e irrisorios en términos de interés nacional. Si la denuncia de Nisman tenía bases ciertas, nos vendíamos barato.

El juego peligroso. Quizá dentro de veinte años, un historiador escriba este capítulo de nuestra política internacional señalando dos ejes: el amateurismo de la conducción diplomática local y el giro de la Argentina dentro de las zonas de influencia planetarias. En ese giro, el amateurismo argentino creyó que podía comportarse como país “grande” cuando, en realidad, ponía en práctica una estrategia poco responsable para un país que es tercera línea en la geopolítica mundial.

Y por si esto no alcanzara, están los espías y los servicios de inteligencia, una estructura de poder desconocida que cambió de jefe en diciembre. Ese cambio fue un presagio. Algo iba a suceder porque, sencillamente, nadie previó la enorme dificultad de reformar un servicio de inteligencia cuyos jefes no quedan nunca del todo a la intemperie. Mayor dificultad todavía si el nuevo jefe designado no es un experto. Mayor aun si, frente a un organismo típicamente corporativo como son los servicios, la Señora se ocupa de la única corporación que le quita el sueño: el periodismo y la megaempresa de Magnetto.

Argumento para Walsh. En su segunda carta, la Presidenta afirma que la operación contra el Gobierno no consistió en la denuncia de Nisman, promovida por Stiuso, sino en su asesinato. Las acusaciones del fiscal fueron simplemente un motivo aparente para que se pensara que sus (futuros) asesinos provenían del Gobierno.

Flor de trama para quien quiera ser el Rodolfo Walsh de esta etapa, aunque desconfío que haya aspirantes en el kirchnerismo. Walsh investigó el caso Satanowsky denunciando a los servicios y a un general del Ejército. Casi sesenta años después, sujetos igualmente protegidos por años de impunidad y chapucería política intervienen ya no en la disputa por la propiedad de un diario (como sucedió en el asesinato de 1957), sino en una guerrilla cuyo escenario son los niveles más altos del Estado.


Fuente: http://www.perfil.com/columnistas/Quien-mato-a-Nisman-20150124-0004.html