Una "leyenda familiar" cobró vida con el descubrimiento
Publicado el 22/03/2015 - Un pedazo de historia nacida en el seno de la familia Gigli y que con el correr de los años supo transmitirse de generación en generación, hace génesis en el relato que Rodolfo "Chofi" Gigli allá por los años setenta, escuchó de sus ancestros y supo resguardar como un secreto familiar para sacarlo a la luz ahora, como una manera de evocar las vivencias de su bisabuelo, don Santo Gigli, recién venido a nuestro país.
Esta historia que Rodolfo reveló en exclusiva a EL LIBERAL, le fue referida por su querida "Nona" cuando él era apenas un niño. Hoy cobra relevancia con el reciente hallazgo de dos tramos de las vías del Puente Negro, porque este descubrimiento ayuda a reconstruir un episodio que tiempo atrás, fue motivo de discusiones e hipótesis que no cerraban.
Todo comenzó cuando estando en Brasil, allá por el año 1900, don Santo Gigli recibió la propuesta de venirse a la Argentina, más precisamente para trabajar en Santiago del Estero, donde muchos de sus paisanos italianos se encontraban radicados. "Este detalle hizo más interesante la propuesta de arribar a estos lares junto a su familia", contó Rodolfo Gigli. Pero las cosas no eran como parecían. Al llegar a la ciudad de La Banda, se topó con la triste realidad de que quien le había prometido una oportunidad laboral no lo esperaba.
Sin agotar su esperanza, don Santo recurrió al boticario del lugar. Era un hombre de origen italiano que le preguntó el nombre de la persona que lo había invitado a venirse a Santiago. Cuando se lo dijo, el paisano cambió el tono, le preguntó si había venido con su esposa y si tenía hijas; tras la respuesta afirmativa, le dijo con voz firme: "¿Está con plata? Alójese en el lugar que le voy a indicar, enciérrese ahí, no salga hasta que yo regrese".
"El boticario cumplió cuenta Rodolfo, refiriendo a la historia que a su vez le contó la "Nona"-, le consiguió un nombramiento, iba a ser guarda puente y le dio la llave de una casilla que estaba al ingreso del mismo Puente Negro, en el margen de La Banda".
Agradecido por el gesto de su paisano, don Santo le pidió que le explicase el por-qué de tanto misterio y por qué tuvo que esconderse por cuatro días. Sin más remedio, "el tano", le explicó que quien le ofreció venirse a La Banda, era un personaje oscuro de la zona, del que muchos sospechaban que reclutaba, ya en ese entonces, mujeres para la prostitución.
Tremendo asombro se llevó don Gigli y un sentimiento de impotencia lo sacudió a sabiendas del riesgo que podía sufrir su mujer, quien velaba por sus dos hijas y un niño, que junto a él llegaban a estas tierras en busca de un destino mejor.
Al poco tiempo, don Santo comenzó a cumplir sus funciones en un extremo del Puente Negro. Recorría las vías del ferrocarril, revisando su estado y haciéndose de cargo de realizar las señales para el paso del tren.
La noche cumbre de esta historia llegó con una torrencial tormenta, de las que nos tiene acostumbrados el clima de nuestra provincia. El río corría con fuerza. Entre los truenos pareció oírse un estruendo diferente. El relato que la bisabuela entregó a "Chofy" se vuelve rico en detalles. Don Santo sintió que algo había pasado y salió a mirar. El viento y la copiosa lluvia le apagaron el farol. Igual emprendió el camino por el puente. Uno a uno los durmientes mientras abajo, el río bramaba.
"Caminaba como podía y se podría decir que no veía ya nada, de repente un relámpago iluminó la noche y entonces una escena terrible apareció delante de sus ojos: las aguas se arremolinaban alrededor de una gigantesca estructura en el lecho del río ¡se había caído un tramo del puente! Y don Santo estuvo a punto de precipitarse al vacío. Lo salvó el relámpago que lo hizo ver el desastre. La Nona dice que en ese momento, el pobre sólo atinó a gritar ´¡Madonna santa!´".
La crecida del río Dulce había demostrado toda su bravura y el pedazo macizo del puente que había derrumbado con toda su fuerza, se apostaría en el lecho del caudal, intentando sepultar una historia salvada por los recuerdos.
El hallazgo
Casi 100 años después, cuando el Puente Negro comenzó a cobrar vida con la obra del Tren del Desarrollo, Rodolfo Gigli reconocido fotógrafo del medio- visitó la zona con la idea de registrar con imágenes la crecida actual del Rio Dulce. Fue el mismo día que un grupo de operarios se topó con aquel tramo de hierro, hundido en el agua y el tiempo.
Rodolfo no dudó ni un segundo. Habló con Miguel Campos, quien se encontraba trabajando en la obra. "Me comentó que cuando estaban haciendo un canal de fuga, una máquina se trabó en algo enterrado y nadie de los presentes sabía que era, ya que estaba enterrado bajo el nivel del rio y parecía un tramo del puente. Se le consultó a uno de los ingenieros de la obra, Facundo Moya, quien le dijo que se habían todos sorprendido mucho cuando vieron aquel hierro oxidado", remarcó.
Aquel tramo hallado en las tareas de excavación, al que los especialistas denominan "ordinarios", tiene una longitud de 20 metros. La gran mayoría de los tramos del puente son de estas características, salvo los seis centrales cuya longitud duplica la de los ordinarios.
"Lo que nos confundía aquel día, es que este tramo está casi debajo del 5° tramo "alto" (como los denominamos a los de 40 metros) y más aún, se observan restos de dos pilas de fundación, idénticas a las que existían en ambas márgenes, de Santiago y La Banda, luego de los estribos del puente", sostuvo.
Lo cierto es que aquel tesoro enterrado en la profundidad del viejo rio y descubierto en forma accidental, ayudó a cerrar una "leyenda familiar" que se transmitió entre los Gigli por más de cien años. "Puede ser un hallazgo histórico para Santiago, para mí es una confirmación de una parte de la vida de nuestra familia" dijo Rodolfo-, después de esto, hoy puedo decir que encontré el tramo del puente que mi bizabuelo perdió hace 94 años" . l
Esta historia que Rodolfo reveló en exclusiva a EL LIBERAL, le fue referida por su querida "Nona" cuando él era apenas un niño. Hoy cobra relevancia con el reciente hallazgo de dos tramos de las vías del Puente Negro, porque este descubrimiento ayuda a reconstruir un episodio que tiempo atrás, fue motivo de discusiones e hipótesis que no cerraban.
Todo comenzó cuando estando en Brasil, allá por el año 1900, don Santo Gigli recibió la propuesta de venirse a la Argentina, más precisamente para trabajar en Santiago del Estero, donde muchos de sus paisanos italianos se encontraban radicados. "Este detalle hizo más interesante la propuesta de arribar a estos lares junto a su familia", contó Rodolfo Gigli. Pero las cosas no eran como parecían. Al llegar a la ciudad de La Banda, se topó con la triste realidad de que quien le había prometido una oportunidad laboral no lo esperaba.
Sin agotar su esperanza, don Santo recurrió al boticario del lugar. Era un hombre de origen italiano que le preguntó el nombre de la persona que lo había invitado a venirse a Santiago. Cuando se lo dijo, el paisano cambió el tono, le preguntó si había venido con su esposa y si tenía hijas; tras la respuesta afirmativa, le dijo con voz firme: "¿Está con plata? Alójese en el lugar que le voy a indicar, enciérrese ahí, no salga hasta que yo regrese".
"El boticario cumplió cuenta Rodolfo, refiriendo a la historia que a su vez le contó la "Nona"-, le consiguió un nombramiento, iba a ser guarda puente y le dio la llave de una casilla que estaba al ingreso del mismo Puente Negro, en el margen de La Banda".
Agradecido por el gesto de su paisano, don Santo le pidió que le explicase el por-qué de tanto misterio y por qué tuvo que esconderse por cuatro días. Sin más remedio, "el tano", le explicó que quien le ofreció venirse a La Banda, era un personaje oscuro de la zona, del que muchos sospechaban que reclutaba, ya en ese entonces, mujeres para la prostitución.
Tremendo asombro se llevó don Gigli y un sentimiento de impotencia lo sacudió a sabiendas del riesgo que podía sufrir su mujer, quien velaba por sus dos hijas y un niño, que junto a él llegaban a estas tierras en busca de un destino mejor.
Al poco tiempo, don Santo comenzó a cumplir sus funciones en un extremo del Puente Negro. Recorría las vías del ferrocarril, revisando su estado y haciéndose de cargo de realizar las señales para el paso del tren.
La noche cumbre de esta historia llegó con una torrencial tormenta, de las que nos tiene acostumbrados el clima de nuestra provincia. El río corría con fuerza. Entre los truenos pareció oírse un estruendo diferente. El relato que la bisabuela entregó a "Chofy" se vuelve rico en detalles. Don Santo sintió que algo había pasado y salió a mirar. El viento y la copiosa lluvia le apagaron el farol. Igual emprendió el camino por el puente. Uno a uno los durmientes mientras abajo, el río bramaba.
"Caminaba como podía y se podría decir que no veía ya nada, de repente un relámpago iluminó la noche y entonces una escena terrible apareció delante de sus ojos: las aguas se arremolinaban alrededor de una gigantesca estructura en el lecho del río ¡se había caído un tramo del puente! Y don Santo estuvo a punto de precipitarse al vacío. Lo salvó el relámpago que lo hizo ver el desastre. La Nona dice que en ese momento, el pobre sólo atinó a gritar ´¡Madonna santa!´".
La crecida del río Dulce había demostrado toda su bravura y el pedazo macizo del puente que había derrumbado con toda su fuerza, se apostaría en el lecho del caudal, intentando sepultar una historia salvada por los recuerdos.
El hallazgo
Casi 100 años después, cuando el Puente Negro comenzó a cobrar vida con la obra del Tren del Desarrollo, Rodolfo Gigli reconocido fotógrafo del medio- visitó la zona con la idea de registrar con imágenes la crecida actual del Rio Dulce. Fue el mismo día que un grupo de operarios se topó con aquel tramo de hierro, hundido en el agua y el tiempo.
Rodolfo no dudó ni un segundo. Habló con Miguel Campos, quien se encontraba trabajando en la obra. "Me comentó que cuando estaban haciendo un canal de fuga, una máquina se trabó en algo enterrado y nadie de los presentes sabía que era, ya que estaba enterrado bajo el nivel del rio y parecía un tramo del puente. Se le consultó a uno de los ingenieros de la obra, Facundo Moya, quien le dijo que se habían todos sorprendido mucho cuando vieron aquel hierro oxidado", remarcó.
Aquel tramo hallado en las tareas de excavación, al que los especialistas denominan "ordinarios", tiene una longitud de 20 metros. La gran mayoría de los tramos del puente son de estas características, salvo los seis centrales cuya longitud duplica la de los ordinarios.
"Lo que nos confundía aquel día, es que este tramo está casi debajo del 5° tramo "alto" (como los denominamos a los de 40 metros) y más aún, se observan restos de dos pilas de fundación, idénticas a las que existían en ambas márgenes, de Santiago y La Banda, luego de los estribos del puente", sostuvo.
Lo cierto es que aquel tesoro enterrado en la profundidad del viejo rio y descubierto en forma accidental, ayudó a cerrar una "leyenda familiar" que se transmitió entre los Gigli por más de cien años. "Puede ser un hallazgo histórico para Santiago, para mí es una confirmación de una parte de la vida de nuestra familia" dijo Rodolfo-, después de esto, hoy puedo decir que encontré el tramo del puente que mi bizabuelo perdió hace 94 años" . l