Datos sobre la dieta mediterránea
Las personas que consumen más tomates tienen menos riesgo de sufrir un derrame cerebral por coágulos de sangre, según revela un estudio publicado en la revista Neurology. Estas hortalizas se asocian con un mayor nivel de licopeno, un potente antioxidante, en la sangre de sus consumidores.
Los investigadores, de la Universidad Oriental de Finlandia, cuantificaron el nivel de licopeno en sangre de más de mil hombres de entre 46 y 65 años. Además, realizaron un seguimiento de la salud de los participantes durante los siguientes doce años. Los resultados mostraron que las personas con mayores niveles de licopeno tenían casi el 60 por ciento menos de posibilidades de sufrir un derrame cerebral que los que tenían niveles más bajos.
"Este estudio se suma a todas las evidencias de que una dieta rica en frutas y verduras previene las enfermedades cardiovasculares", afirma Jouni Karppi, uno de los autores. "Los resultados apoyan la recomendación de consumir más de cinco porciones de fruta y verdura diarias". El licopeno, presente especialmente en el tomate y la sandía, se ha asociado también con un menor riesgo de padecer cáncer de pulmón y de próstata, y con un retraso en el envejecimiento celular.
ea - Vino
Tomar una copita de vino tinto diaria tiene numerosos efectos beneficiosos sobre nuestro organismo. Su acción se debe fundamentalmente a los polifenoles, que son utilizados por la flora intestinal para generar compuestos antioxidantes.
El vino mejora la flora intestinal
Ajo
Los ajos, aderezo imprescindible en muchos platos de la cocina mediterránea, reducen el colesterol y los triglicéridos, combaten la hipertensión y contienen muchos nutrientes y vitaminas esenciales para nuestro organismo. Además, son depurativos, diuréticos y antioxidantes.
Un compuesto llamado alicina, que contiene esta hortaliza, bloquea la actividad de dos grupos de enzimas: las cisteína proteinasas y las alcohol dehidrogenasas. Ambas están implicadas en el metabolismo de parásitos amebianos, como la Ebtamoeba histolytica, y también de diversos tipos de bacterias, hongos y virus. Lo acaban de demostrar dos profesores del Instituto Weizman de Israel. Además, una investigación del Penn State College of Health ha puesto de manifiesto el poder anticancerígeno del ajo y otras verduras de su familia, como cebollas y puerros. Su composición impide que dos sustancias, el nitrito y morfolina, puedan unirse para formar N-nitrosomorfolina, un potente cancerígeno.
Legumbres
"Lentejas, si las quieres las tomas y si no, las dejas", dice un conocido refrán castellano. Sin embargo, los estudios médicos apuntan a que es mejor comerlas, nos gusten o no. Para empezar porque consumir lentejas y otras legumbres mejora el control de los niveles de azúcar en sangre y reduce los riesgos de padecer enfermedad coronaria en pacientes que sufren diabetes tipo 2, según un estudio publicado en el último número de la revista Archives of Internal Medicine.
Además, otro estudio publicado hace poco en la revista Breast Cancer Research and Treatment sugería que su alto contenido en ácido fólico convierte a las lentejas en un alimento idóneo para prevenir el cáncer de mama.
El consumo regular de legumbres reduce la hipertensión, ayuda a prevenir el cáncer de mama y mejora el control de los niveles de azúcar en sangre.
A esto se suma que la fibra y las proteínas que aportan estas legumbres ayudan a prevenir la hipertensión, según un reciente estudio australiano. Y para que nuestro cuerpo pueda absorber todo el hierro que incorporan las lentejas, los expertos recomiendan tomarlas con un vaso de zumo de naranja o de pomelo, por su contenido en vitamina C.
Aceite de oliva
Uno de los clásicos en la dieta mediterránea es el aceite de oliva. Numerosas investigaciones han demostrado que combate el envejecimiento, protege el cerebro y reduce el riesgo de infarto.
Las personas mayores de 65 años de edad que consumen frecuentemente aceite de oliva tienen menos riesgo de sufrir ataques cerebrales, según un estudio efectuado por científicos franceses publicado en la revista científica Neurology.
Las conclusiones derivan de un estudio de cinco años de duración con 7.625 personas mayores de 65 años de las ciudades francesas de Burdeos, Dijony y Montpellier. Los pacientes, al comienzo del estudio, no tenían historial de infartos. Los científicos, del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (Inserm) de Francia, clasificaron a los sujetos según el consumo de aceite de oliva en las categorías de "no uso", "uso moderado y "uso intensivo". Este último incluye el empleo de aceite de olivar para cocinar, como aderezo en ensaladas o con pan.
En el transcurso de los cinco años de experimento se registraron 148 ataques cerebrales. Teniendo en cuenta criterios de peso, actividad física y régimen alimentario, entre otros factores de riesgo, los científicos comprobaron que aquellos sujetos que consumieron con asiduidad aceite de oliva tuvieron 41 por ciento menos de riesgo de infarto en relación con quienes no incluían este ingrediente en su dieta.
El infarto cerebral ocurre cuando una arteria en el cerebro o que lleva sangre al cerebro queda bloqueada por un coágulo o se rompe. Los infartos se hacen más comunes a medida que la gente envejece y el riesgo se duplica por cada década de vida después de los 55 años de edad, según la Asociación Cardíaca Estadounidense.
Fuente: http://www.muyinteresante.es/salud/fotos/la-dieta-mediterranea-buena-para-casi-todo/patrimonio
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