Carta abierta al Papa Francisco – 9 de abril 2015
Admirado Papa Francisco:
Soy un insignificante periodista argentino llamado Alfredo Leuco. No soy quien para darle consejos a nadie y mucho menos a usted a quien considero el argentino mas importante y valioso de todos los tiempos. Alguna vez escribí una columna diciendo que usted tenía lo mejor de cada uno de los mejores argentinos. No soy creyente pero admiro a los creyentes. Y creo en usted y en los valores que predica. En su austeridad franciscana, en su defensa de los más débiles y los mas pobres, en vivir como se piensa, en su apuesta a construir la paz en el mundo y el ecumenismo fraternal de las religiones. Permitame Papa Francisco que le cuente lo que pienso de usted para que sepa desde que lugar me atrevo a expresarle una disidencia, con todo respeto. Creo que nadie hizo tanto por abrir la iglesia a la vida cotidiana, por condenar a los corruptos y perdonar a los pecadores, por aplicar eso de a Dios rogando y con el mazo dando a los curas violadores y a los colaboradores de las dictaduras. Me gustó llamarlo el Papa celeste y blanco. El Papa nuestro que está en el Vaticano, como rezando una plegaria laica.
Usted confiesa que es un pecador. Reconoce que no es Dios y por lo tanto no es perfecto. Eso me da coraje como para expresarle mi humilde disidencia con la decisión de recibir por quinta vez a Cristina Fernández de Kirchner. Soy periodista, busco la verdad aunque nunca la encuentre del todo y mi misión en la vida es contar lo que pasa o lo que creo que pasa y lo que pienso de las cosas. Sabrá usted disculpar semejante atrevimiento. Pero aquí abajo, en el fin del mundo y con los pies sobre la tierra, le cuento que una gran porción de los argentinos está molesta, disgustada o desilusionada con la nueva cita que le dió a Cristina para el 7 de junio.
Insisto, usted tiene todo el derecho a hacer lo que considere correcto y dialogar con quien le plazca. Otra vez, yo no soy nadie. Pero mi trabajo tiene siempre la obligación de la mirada crítica, de ser abogado del hombre común y fiscal del poder. Creo, como dice el Talmud, que nuestra tarea es acomodar a los incómodos e incomodar a los cómodos. Usted es un gran combatiente contra la hipocresía y yo no quiero ser hipócrita y menos con usted.
Mucha gente, tal vez una mayoría de compatriotas, piensa que usted está por cometer un error. Que está devaluando su propia palabra que vale oro. Usted dijo que no iba a recibir a ningún político mas hasta después de las elecciones y que se había sentido usado por la política argentina. Algunos amigos que lo han visitado me contaron que en confianza, usted hizo clara referencia a dos momentos. Cuando Martin Insaurralde y El Cuervo Larroque abusaron de su confianza y lo utilizaron para hacer propaganda electoral. Uno directamente hizo su afiche de campaña con la foto y el otro puso en sus manos una camiseta de La Cámpora, una de las organizaciones mas dogmáticas y agresivas del cristinismo y no del cristianismo. Por eso no se entiende el motivo que usted tiene para faltar a su palabra y abrirle las puertas de su casa por quinta vez a la candidata Cristina. Ella será candidata a gobernadora o a diputada y si no es asi, será la que lleve de la mano por todo el país a los candidatos de su partido. Ella es una mujer poderosa desde todo punto de vista y mostrarse a su lado es una ayuda muy grande que se suma a la utilización del aparato del estado en beneficio propio que hacen los Kirchner.
Pemitame que le diga admirado Papa Francisco: Usted reclama manos limpias, uñas cortas y etica para la función pública y este gobierno es el mas corrupto de la historia argentina. Usted habla de ayudar a los pobres y este gobierno dejó de medir la pobreza. Usted fomenta el camino del encuentro y el diálogo y este gobierno instaló el odio. Usted nos reclama abrir nuestros corazones y este gobierno es el que lo espió a usted a traves de Antonio Stiuso, según contó su amigo Gustavo Vera. Ni que hablar de la calificación de ” montaje de Hollywood” que hizo Cristina del Estado Islámico que está cometiendo un genocidio en cuotas con el pueblo cristiano.
Me gustaría que sepa, Papa Francisco, que la mayoría de los argentinos según todas las encuestas, creen que el ciclo de Cristina tiene fecha de vencimiento y tal como dice la Constitución, debe terminar su mandato en orden y en paz. La foto que ella exibirá con usted no ayuda a los que quieren alternancia democrática y mas república. No respalda a los que denuncian como usted mismo lo hizo, que aquí en este país se fabrica droga y el gobierno mira para otro lado o no hace lo necesario para extirpar ese cáncer social.
Me gustó mucho la columna y la idea rectora de Mariano Obarrio. Hubiera sido una genialidad de su parte invitar a Cristina y a todos los candidatos a presidente. Sería una señal de convivencia pacífica que ayude a los argentinos que queremos cerrar las heridas que el kirchnerismo abrió en nuestra comunidad. ¿Se imagina esa foto? Cristina, Macri o Sanz, Scioli o Randazzo, Sergio Massa, Margarita Stolbizer, entre otros y usted como un mensaje de que se puede pensar distinto pero tirar todos para el mismo lado de la patria. Es una oportunidad perdida que esto no se haga. Es una piedra en el camino de la reconciliación que usted la reciba una vez mas a ella sola y por quinta vez. ¿No es suficiente?
Otra vez le pido mil disculpas por mi atrevimiento. Le juro que lo hago con la mejor de las intenciones. Quiero preservar su figura que alumbra una sociedad mejor. Nosotros rezamos por usted y cuidamos a Cristina, pero usted tambíen rece por nosotros y cuide un poco a todo los ciudadanos de este país que tanto lo aman.
Papa Francisco, se lo digo de todo corazón. Le mando el mejor de los abrazos y mis mejores deseos. Usted siempre apostó a la sana rebeldía y no al silencio cómplice ni obsecuente. Usted nos pidió que hiciéramos lío y en eso estoy. Haciendo lío que para un periodistas es decir la verdad y nada mas que la verdad. Si juro.
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