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miércoles, 30 de marzo de 2011

A dos años: Democracia y Derechos Humanos





No se si muchos o pocos, y eso no es lo importante, recordarán que en el anochecer de un día como hoy, hacen exactamente dos años, partía rumbo a la inmortalidad, uno de los padres fundacionales de la Democracia  argentina, el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín. Por la prensa, se conocía que no estaba bien de salud y, desde temprano, en su casa de la Avenida Santa Fe, comenzó a llegar la gente, con velas, una flor; cantaron el Himno y el clásico “Raúl, querido… el pueblo está contigo” Había nacido en Chascomús, una ciudad más tranquila que las aguas de su laguna, el 12 de marzo de 1927. En esa misma ciudad cursó sus estudios primarios y, a los trece años, ingresó al Liceo Militar, donde se forjó sobre un trípode de hierro: disciplina, orden y don de mando. Pudo haber sólo un hombre de campo, un rico hacendado de Chascomús; pero, la política lo ganó y fue para siempre. Sin embargo, no le resultó fácil, pues el Partido de los “boinas blancas” mandaban hombres como Balbín, Allende, con los que la tribuna estaba llena. Ocho años más tarde, se alejó de Balbín y fundó el Movimiento de Renovación y cambio.
Padeció la cárcel en 1955, 1963 y 1973 y fue Concejal, Intendente, Diputado, co-fundador de la APDH y, a partir del 10 de diciembre de 1983, Presidente de los argentinos, luego de tantas frustraciones y peripecias en nuestra vida institucional. Dos cosas marcaron a fuego la identidad histórica de su Presidencia: por un lado, la recuperación de la vida política, no sólo como expresión electoral, sino –también- como herramienta de decisión para el ejercicio del poder. La otra cuestión, fue –sin dudas- la consolidación de los Derechos humanos como postulado fundamental, en el que reposa la legitimidad del sistema democrático. Como todos, tuvo aciertos y errores; pero, no caben dudas de que su gestión iluminó el camino  para toda Latinoamérica. De Alfonsín, quedan muchos recuerdos: sus logros, sus memorables discursos y sobre todo su conducta ejemplar: la del político honesto, pluralista, con fuertes convicciones,  el incansable buscador de “denominadores comunes”, como a él le gustaba decir. Seguramente, en algún lugar del cielo Don Raúl anda recitando el Preámbulo y llamándonos la atención a los argentinos, sobre el valor de la democracia y que esta vez no debemos, ni podemos fallar.
FresiaRobinson