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viernes, 13 de diciembre de 2013

Borges en Tiempo Nuevo

Tiempo Nuevo batió records de audiencia, de admiraciones, de adhesiones y de rechazos. Por si usted no lo vió ni lo escuchó, aqui las respuestas fundamentales.

Bernardo Neustadt: ¿Cómo quiere que lo llame: Borges, maestro, Jorge Luis?

Jorge Luis Borges: Borges, a secas, porque ése es mi nombre. Maestro no soy de nadie.

Neustadt: Usted ha dicho que el mundo sin negros no pierde nada. ¿Porqué piensa esto?

Borges: Vamos a imaginarnos el mundo sin vascos -yo tengo bastante sangre vasco-, vamos a imaginarnos el mundo sin negros -que yo sepa, no tengo sangre negra-. Sería exactamente igual. Hay países que han dado mucho, entre los países modernos, desde luego. Es evidente que Italia, Inglaterra y Francia, mientras que es evidente que hay otros países que han dado menos, o casi nada. Eso es lo que yo he dicho, nada más.

Neustadt: ¿Qué pasa si por ahí se le descubre que tiene sangre negra?

Borges: Y, nada. Posiblemente la tenga. Pienso que no hay un individuo en el mundo de sangre pura. Puede haber algún esquimal, algún africano. Pero en general, las sangres están muy mezcladas.

Neustadt: Me decía hoy que usted encuentra al hombre americano solo. ¿Borges también es solo?

Borges: Sí, muchas veces me siento solo. Pero tengo amigos, pocos pero buenos; tengo gente que me quiere. Y tengo además un refugio que no todos tienen y es el hecho de que esencialmente soy un escritor. Mal escritor, buen escritor, eso no importa. Lo importante es poder refugiarme en la literatura, eso es lo que más me ayuda a escapar de la soledad.

Neustadt: Pero usted sabe que es un gran escritor.

Borges: No. Yo no creo ser un gran escritor. Sin salir de este país hay escritores muy superiores a mí. Yo me considero siempre un chapucero. Mal escritor, pero buen lector. He pasado la mayor parte de mi vida leyendo en diversos idiomas.

Neustadt: Le quiero hacer un pequeño test, muy breve. ¿Qué es para usted la democracia?

Borges: Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor. ¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden, y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los políticos nacionales. Estos señores que van desparramando su retrato, haciendo promesas, a veces amenazas, sobornando, en suma. Para mí ser político es uno de los oficios más tristes del ser humano. Esto no lo digo contra ningún político en particular. Digo en general, que una persona que trate de hacerse popular a todos parece singularmente no tener vergüenza. El político en sí no me inspira ningún respeto. Como político.

Neustadt: Creo que hay casi una crueldad de su parte. El mundo está dirigido por políticos. Usted también es un político, es popular...

Borges: No. Yo no soy un hombre político. Si mañana me llamasen para ocupar un puesto político, porque me eligiesen o impusiesen, yo sé lo que haría: renunciaría inmediatamente. No entiendo de política, de igual modo que no entiendo de medicina, no entiendo de música, no entiendo de ingeniería, ni entiendo de cultura.

Neustadt: ¿Del amor entiende, Borges?

Borges: Sí. Desgraciadamente, sí.

Neustadt: ¿Cómo desgraciadamente?

Borges: Porque desgraciadamente pienso que trae más pesares que placeres. Ahora claro que la felicidad que da el amor es tan grande que más vale ser desdichado muchas veces para ser feliz algunas. ¡Es también una cuestión de estadística!

Neustadt: Vale la pena entonces ser desdichados muchas veces para ser felices un minuto?

Borges: Sí. Yo creo que sí. Yo creo que todos nosotros hemos sido muy felices con el amor alguna vez y también creo que todos hemos sido muy desdichados muchas veces. El amor le ofrece a uno esa incertidumbre, esa inseguridad del hecho de poder pasar de una felicidad absoluta a la desdicha; pero también de poder pasar de la desdicha a la brusca, a la inesperada felicidad. Pienso que es una experiencia y uno no debe rehusar experiencias.

Neustadt: Usted ha dicho en unos de sus libros: "Mis convicciones en materia política son harto conocidas. Me he afiliado al Partido Conservador". Y más adelante agrega: "Creo que con el tiempo mereceremos que no haya más gobierno". ¿Sigue pensando lo mismo?

Borges: Bueno, creo que por el momento necesitamos unos 200 años de dictadura, y después, desde luego, bastante más civilizados, prescindir del gobierno. Ser conservador es una forma de ser escéptico.

Neustadt: Dígame, ¿la libertad cuenta algo para usted?

Borges: No. Yo creo que se le ha dado demasiada importancia. Sobre todo, ya que la mayoría de la gente no sabe ejercerla. La ejercen de un modo bobo.

Neustadt: ¿Qué piensa del estudiantado argentino?

Borges: Pienso que no se diferencia en nada al del resto del mundo. Además creo que son mejores los métodos que se siguen aquí, que son los europeos, que en los Estados Unidos. Allí parece que todo se apoya en una de las facultades humanas que me parece deleznable, y es la memoria. Para un gran místico sueco, la principal facultad del cerebro era el olvido. La verdad es que recordamos demasiadas cosas.

Neustadt: ¿No será que lo mejor que tiene la memoria es la capacidad de olvido?

Borges: Sí, pero en ese caso podemos decir que el mayor defecto del olvido es que a veces incluye a la memoria.

Neustadt: ¿Ve en los jóvenes la posibilidad de algún cambio, a tantos errores que ya se han cometido?

Borges: Creo que los jóvenes como los adultos estamos totalmente a la deriva. Yo no sé qué puedo hacer para ayudar al país. Tengo la máxima voluntad y la mayor incapacidad.

Neustadt: ¿Usted en qué cree más: en el perdón o en la penitencia?

Borges: Por lo pronto, no creo en el perdón. Si yo obro mal, y me perdonan, el perdón es ajeno y no puede mejorarme a mí. De modo que ser perdonado no tiene importancia. Ser castigado, puede sí servirme. Puede ayudarme a pensar en lo mal que he obrado. Creo que hay un solo don que se aplicaría igualmente al perdón o a la venganza y es el olvido.

Neustadt: ¿Cómo se ve como argentino, como escritor, como ser humano?

Borges: Como argentino, tengo mi conciencia tranquila. Fui nombrado director de la Biblioteca Nacional por la Revolución Libertadora, porque sabían que no era peronista. Cuando volvió el gobierno de cuyo nombre prefiero no acordarme, renuncié. Como escritor, trato de escribir lo mejor posible, lo cual no es mucho. Como ser humano soy una especie de antología de contradicciones y errores. Pero tengo sentido ético. En fin, no espero ni castigos ni recompensas. El cielo y el infierno me quedan grandes.

Neustadt: ¿Lo espera el purgatorio entonces?

Borges: No, ninguna de las tres cosas. Espero desaparecer definitivamente. Y espero además no ser recordado. ¿De qué me sirve morir si van a seguir pensando en mí?

Neustadt: ¡Pero usted es un nihilista entonces!

Borges: Sí, desde luego, pero tranquila y burguesamente nihilista.

Neustadt: ¿Nunca juzga al fútbol?

Borges: Me parece una forma del tedio. Además al argentino no le gusta el fútbol. Le gusta ver ganar tal o cual cuadro. Fútbol así, no. Yo nunca he oído decir a la gente: "¡Caramba, yo soy de San Lorenzo de Almagro, pero qué bien ha ganado Boca! ¡Qué contento estoy!" Entonces el fútbol no les interesa.

Neustadt: ¿Para usted qué es ser amigo?

Borges: Es algo muy misterioso. Contar con una persona. Saber que esa persona puede contar con uno. Pero la amistad no significa la frecuentación.

Neustadt: ¿Es una forma de amor?

Borges: Yo no estoy tan seguro. Yo diría que el amor no puede prescindir de la amistad. Si el amor prescinde de la amistad es una forma de locura. Una especie de frenesí, un error en suma. Que en la amistad haya algún elemento del amor puede ser; pero son dos cosas diferentes. El amor exige pruebas sobrenaturales, uno querría que la persona que está enamorada o enamorado de uno le diera pruebas milagrosas de ese amor. En cambio la amistad no necesita de pruebas.

Neustadt: Si uno amó mucho y dejó de amar, ¿se puede ser amigo?

Borges: Sí, quizá eso mejore la amistad. Quizás después del amor quede siempre algo de amor, algo sentimental, algo especialmente grande.

Neustadt: Le voy a leer una frase suya...

Borges: ¡Y me arrepiento de ella de antemano!

Neustadt: En el "Informe de Brodie" usted dice: "Soy decididamente monótono". ¿Sigue usted considerándose monótono?

Borges: Yo veo que estoy más o menos siempre escribiendo el mismo cuento. Tengo siempre tres o cuatro argumentos de cuentos y los voy sometiendo a tratamientos distintos. Los digo con una inflexión distinta, los sitúo en distintas épocas, distintas circunstancias, y ya son nuevos.

Neustadt: ¿Qué es un hombre inteligente?

Borges: Realmente, no sé. Muchas veces cuando uno dice que tal o cual persona es inteligente se refiere más a que es ocurrente, que tiene algo que decir de un tema inmediatamente. Esa persona puede no ser inteligente. La inteligencia puede ser lenta.

Neustadt: ¿Usted es inteligente?

Borges: Si me dan algunos años para pensar, soy inteligente. Si me hacen preguntas como las suyas, inmediatas, soy más bien estúpido.

Neustadt: Quisiéramos que nos hablase un poco de la honestidad.

Borges: La honestidad es tan rara que uno tiene pocas ocasiones de estudiarla. Pero creo que toda persona tiene algo de ejercicios honestos. Por ejemplo yo sé que mi vida ha sido una trama de errores. He pasado gran parte de ella comprobando que los demás tenían razón; sin embargo, he tratado de ser honesto, de no mentir más de lo necesario. Parece que no puede vivirse sin mentiras. No ignoro cínicamente, pero creo haber obrado bien. De modo que me considero una persona proba. He sido indiferente, he sido cruel, sí, pero por estupidez, por negligencia.

Neustadt: ¿Por qué los argentinos somos un fenómeno de a uno y un desastre en grupo? Lo tenemos a Borges, a Vilas...

Borges: Vilas es un hombre desconocido para mí, pero supongo que tiene méritos. Pero sí, es raro. Probablemente porque somos un país de individualistas, respondiendo a nuestra herencia española. Mi padre era un anarquista, individualista. Yo me crié bajo la misma línea.

Neustadt: ¿Qué es la patria?

Borges: La patria es algo que se siente, no puede definirse. Yo la siento muy profundamente. Si la definimos, estamos diluyéndola en palabras.

Neustadt: Borges, ¿cuántos idiomas habla?

Borges: Yo creo que uno, el español. Ahora, yo puedo expresarme en inglés, en alemán. Luego la suerte me dio dos idiomas más: el latín que estudié cinco años en la Universidad y el francés, ya que me eduqué en Ginebra. Sé italiano y portugués como lo saben todos aquellos que hablan el español. Cuando perdí la vista, en 1955, pensé que eso tenía que ser el principio de algo; recordé que yo llevaba en la sangre un idioma que ya se dejó de hablar hace siglos, el Old English o inglés antiguo. Entonces estudié este idioma sajón. Ahora he pasado al estudio de islandés, afín al anglosajón, pero con una literatura más compleja.

Neustadt: ¿Por qué le gusta tanto Islandia?

Borges: Me gusta su literatura: es una de las más complejas y también de las más desconocidas. Además Islandia es un país admirable. Yo estuve dos veces y creo que me sentiría feliz viviendo allí.

Neustadt: Pero quédese aquí...

Borges: Sí, por el momento estoy aquí, pero soy islandés honorario o trato de serlo. En Islandia tuve una gran satisfacción: salió una noticia en los diarios donde se me nombraba como "el gran trovador escandinavo". Confieso que me llenó de orgullo.

Neustadt: ¿Le gusta ser trovador, no?

Borges: ¡Sí, pero además trovador escandinavo!

Neustadt: Esta pregunta puede parecer cruel, pero no lo es, y es cristiana. El día que usted pueda volver a ver bien, ¿qué es lo que le gustaría volver a ver?

Borges: Vacilo entre dos contestaciones: algunas caras, algunos libros. Quiero leer poesía, en alemán.

Neustadt: Las caras ¿le gustaría que fueran de mujer o de hombre?, ¿jóvenes o maduras?

Borges: ¡Por raro que parezca yo diría de mujeres, de mujeres jóvenes! (Y agregó en voz baja: si llego a decir que quisiera ver a un hombre ¿sabe lo que dirían de mí...?) 

miércoles, 15 de junio de 2011

EL HUMOR DE BORGES



Un humilde homenaje a la pluma mayor de las letras argentinas, dueño de un humor e ironía sin igual

Durante la dictadura militar alguien le comenta a Borges que el general Galtieri, presidente de la República en ese momento, ha confesado que una de sus mayores ambiciones es seguir el camino de Perón y parecerse a él. "¡Caramba! -interrumpe Borges- es imposible imaginarse una aspiración más modesta".
Borges firma ejemplares en una librería del Centro. Un joven se acerca con Ficciones y le dice: "Maestro, usted es inmortal". Borges le contesta: "Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista".
Roma, 1981. Conferencia de prensa en un hotel de la Via Veneto. Además de periodistas, están presentes Bernardo Bertolucci y Franco María Ricci. Borges, inspirado, destila ingenio. Llega la última pregunta. "¿A qué atribuye que todavía no le hayan otorgado el Premio Nobel de Literatura?"- "A la sabiduría sueca".

En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: "¿En su país todavía hay caníbales?" - "Ya no - contestó aquél -, nos los comimos a todos."


En plena Guerra de las Malvinas, opinó que "la Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un peine" y que "las islas habría que regalárselas a Bolivia para que tenga salida al mar".


Sobre la situación de la literatura argentina, Córdoba Iturburu, que la presidía, inquirió a los gritos: "¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas?" Desde el fondo llegó otro grito, éste de Borges: "¡Disuadirlos!"
En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso al que se llegaba por una empinada escalera de madera. Cuando volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado rápido y, temiendo lo peor, le preguntó:"¿No deberíamos ir más despacio?" "Pero no soy yo - aclaró Borges -, es Newton."
Borges charla con Antonio Carrizo, en un bar. Por la radio del local se anuncia un tango con letra de León Benarós, amigo de Borges. El locutor propone escucharlo y el escritor acepta. Cuando el tango termina, Carrizo le pregunta qué le pareció. Borges mueve la cabeza y dictamina, muy preocupado: "Esto le pasa a Benarós por juntarse con peronistas".



El poeta Eduardo González Lanuza, uno de los introductores del ultraísmo en la Argentina y gran amigo de Borges, descubre a éste en Florida y Corrientes, solo, con su bastón, esperando para poder cruzar. Lo toca y le dice: "Borges, soy González Lanuza". El vuelve la cabeza y, después de unos segundos, contesta: "Es probable".



En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón descubre a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo. Al ingresar en su casa, un periodista le pregunta cómo se siente. "Medio desorientado - manifiesta - Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante! "

Un joven poeta se acerca a Borges en la calle. Deja en manos del escritor su primer libro. Borges agradece y le pregunta cuál es el título. "Con la patria adentro", responde el joven. -"Pero qué incomodidad, amigo, qué incomodidad".
El escritor argentino Héctor Bianciotti recuerda una de las tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los halagos de la gente: Ocurre en París, en un estudio de televisión.
-"¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores del siglo?", lo interrogan.
-"Es que este", evalúa Borges, "ha sido un siglo muy mediocre".

Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa. Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje. Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar. Clima tenso. El estudiante insiste: "Tiene que ser ahora y usted se va". Borges no se resigna y grita: "No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio". El estudiante amenaza con cortar la luz. "He tomado la precaución", retruca Borges, "de ser ciego esperando este momento".

A principios de la década de los setenta, el escritor y psicoanalista Germán García invita a la Argentina a Daniel Sibony, matemático y psicoanalista francés. Sibony quiere conocer a Borges. Al encontrarse, el francés le pregunta en qué idioma desea hablar. "Hablemos en francés", propone Borges, y justifica: "Dicen que la lengua francesa es tan perfecta que no necesita escritores. A la inversa, dicen que el castellano es una lengua que se desespera de su propia debilidad y necesita producir cada tanto un Góngora, un Quevedo, un Cervantes".

Una revista de actualidad reúne a Borges con el director técnico César Luis Menotti. "Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo", comenta Borges más tarde.

En 1983, un periodista de La Nación pide a Borges su opinión sobre la Guerra de Malvinas. "Absurda", define Borges. "Estoy triste, muy triste. Mandaron a esos pobres muchachos de veinte años a morir al sur. Tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el crucero General Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento. No, no les va a convenir..."

El 10 de marzo de 1978, en la Feria del Libro, Borges se cruza con un escritor al que quiere respeta: Manuel Mujica Lainez. Se abrazan e inician una conversación que es interrumpida una y otra vez por los cazadores compulsivos de firmas. "A veces", se queja Borges, "pienso que cuando me muera mis libros más cotizados serán aquellos que no lleven mi autógrafo."




En 1975, a los 99 años, muere Leonor Acevedo de Borges, madre del escritor. En el velorio, una mujer da el pésame a Borges y comenta: "Peeero... pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más...". Borges le dice: "Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal".

Borges y un escritor joven debatiendo sobre literatura y otros temas. El escritor joven le dice: "Y bueno, en política no vamos a estar de acuerdo, maestro, porque yo soy peronista". Borges contestò: "Cómo que no? Yo tambièn soy ciego".

FUENTE:
http://frasesinteresantes.blogspot.com/2007/09/frases-ingeniosas-de-jorge-luis-borges.html


En 1983 Borges fue invitado a visitar la escuela normal Mariano Acosta, que cumplía 109 años. Los alumnos le preguntaron sobre su obra durante una hora y media y, cuando se fue, formaron una doble fila de más de cien metros. Borges caminaba por el medio y los alumnos lo vivaban y lo aplaudían con entusiasmo. Antes de que se fuera, le leyeron una décima anónima de un payador desconocido. Claro que todos sabían que el payador desconocido era Elías Carpena, que con sus ochenta y cinco años, resucita el viejo oficio de los gauchos. La décima decia asi:
"De inspiración celestial / los buenos versos que forjes / glorien a Jorge Luis Borges, un escritor de verdad, / que hoy en la escuela normal su presencia requerida / le va dando feliz vida / literaria al alumnado, / que en gozo manifestado, / celebra su bienvenida."

Cuando acabó la décima, Borges le palmeó el hombro al payador y le dijo. "Discúlpeme, Carpena, que me hayan traído en auto, yo, la verdad, quería venir montado en un overo rosao..."

En 1977 Borges escribió un cuento para La Nación: "24 de agosto de 1983", donde el propio Borges se soñaba a sí mismo suicidándose en esa preciso fecha, el día en que cumplía 84 años. A medida que se acercaba la fecha de su cumpleaños, apareció mucha gente preocupada por el posible traslado de la ficción a la realidad. Borges entonces comentó:"¿Qué hago? ¿Me comporto como un caballero y convierto en realidad esa ficción para no defraudar a esa gente? ¿O me hago el distraído y dejo pasar las cosas?"

"Yo me acuerdo que hace años, cuando todavía existían los bares automáticos, ibamos con Xul Solar a uno que quedaba en Córdoba y Callao. A Xul le gustaba experimentar y como era un inventor nato, y habíá inventado cosas espléndidas, trataba de hallar combinaciones posibles entre los alimentos. Asi, llegó a mezclar café negro con salsa de tomate (verdaderamente repugnante) o sardinas con chocolate (atroz). Probábamos juntos esas mezclas y él mismo comprendía que eran incompatibles los elementos mezclados. Yo creo que las buenas combinaciones ya fueron inventadas y que nada podrá superar al café con leche (su inventor debe haber sido un ser excepcional) que es riquisimo y que es la combinación por excelencia"


SOBRE EL MATE


"He tomado mucho mate cuando era joven. Tomar mate, para mí, era la forma de sentirme criollo viejo. Me lo cebaba yo mismo y creo que lo hacía muy mal porque siempre había flotando unos palitos sospechosos. Tenía dos mates, uno común, y otro de los que se llaman galleta. Y ahora, caramba, he perdido el hábito. "

"En el Cairo uno entra en una tienda y le ofrecen, inmediatamente, café, vino, frutas... Luego le dicen: 'Bienvenido a Egipto'. Después cuando uno pregunta el precio de algo, con toda cortesía le advierten. '¡No, señor! ¡Es un regalo!' Pero se sobreentiende que esto es una convención y que no es un regalo que se deba aceptar. En seguida viene el regateo, que puede durar media hora o tres cuartos de hora. Uno ofrece cinco y ellos piden veinticinco y todo eso para que, finalmente, el precio quede en diez. Y es una maravilla porque si uno no compra nada, igual son muy corteses”. "Ellos no han descubierto el mate, pero igual han encontrado una manera, casi más simpática, de perder el tiempo. "
FUENTE:
htto: www.taringa.net


OTRAS


JORGE LUIS BORGES Y ROBERTO ALIFANO

"Borges y Perón, un solo corazón!" La proclama no está tomada de una novela de ciencia-ficción. Se escuchó en plena calle Florida, cuando Jorge Luis Borges y Roberto Alifano, por entonces su secretario, se toparon con una manifestación de estudiantes peronistas. "No parecen hostiles", le comentó a Alifano jocosamente el escritor, que no salía de su asombro.
FUENTE::
http://www.clarin.com/diario/2006/08/03/sociedad/s-03901.htm


LA REAL ACADEMIA


Resulta curioso, pero me suele ocurrir cuando tomo un taxi en Buenos Aires: el taxista se vuelve y me dice: "¿Es usted, casualmente, Borges?" Yo le respondo: "No sé si casualmente, pero soy Borges". Me aprieta la mano y no quiere cobrarme el trayecto. Estas personas ven en mí algo que no pueden alcanzar: la literatura.

EN CHARLA CON ABEL POSSE

Borges: Qué raro que yo que soy uno de los pocos que reparó, quiere y escribió sobre Escandinavia, me sienta rechazado por ella. Me interesó esa región desde que mi padre me regaló una versión inglesa de las Volksunga Saga. Me gustó tanto que después le pedí una Mitología Escandinava. Usted mismo me trajo de un viaje a Islandia la Saga de Grete, en idioma original, cuando yo estudiaba islandés antiguo.... Pero fíjese que yo sabía que me jugaba el Premio Nobel cuando fui a Chile y el presidente ¿cómo se llama?
Posse: Pinochet.
Borges: Sí, Pinochet, me entregó la condecoración. Yo quiero mucho a Chile y entendí que me condecoraba la Nación chilena, mis lectores chilenos, no los generales.
La última y mejor anécdota que cuenta Di Giovanni da una magia postrera de Borges. Di Giovanni se refiere al dominio que Borges tenía del inglés y su sentido de la prosa en lengua inglesa. Cuenta que para una edición de sus poemas completos en 1964, Borges escogió un epígrafe tomado de las cartas de Stevenson, un pasaje que dice (en inglés): "No quiero presentarme como poeta. Sólo como un hombre dedicado a la literatura: un hombre que habla, no uno que canta... Perdonen esta pequeña apología; pero no me gusta aparecer ante personas que tienen una idea de lo que es cantar y dejarles suponer que yo no sé la diferencia". Di Giovanni fue a buscar la cita original en el volumen II de las obras de Stevenson del que Borges tomó el epígrafe. Se dio cuenta de que Borges se había metido con el texto de Stevenson. No decía, como el citado por Borges, "Perdonen esta pequeña apología; pero no me gusta aparecer ante personas" etc. Más bien, el texto original decía: "Perdonen esta pequeña apología por mi casa; pero no me gusta aparecer ante personas" y lo que sigue. Cuando Di Giovanni le preguntó por qué había suprimido las palabras "por mi casa", Borges dijo que esas palabras sonaban tontas y debilitaban el texto. Pero añadió que para la edición en inglés de su poesía, Di Giovanni podría imprimir el epígrafe en cualquiera de las dos versiones.Unos años después, en Londres, viajando con Borges, Di Giovanni compró una edición de veintiséis volúmenes de la obra de Stevenson. Sintió el impulso de cotejar de nuevo la cita; esta edición se había publicado veinticuatro años después de la que Borges usó, y era una edición corregida. Ahí Di Giovanni encontró que la cita decía: "Perdonen esta pequeña apología por mi musa...". Era entonces "musa" ("muse") y no "casa" ("house"). Ocurrió que la carta original de Stevenson estaba, claro, escrita a mano, y el editor previo había leído equivocadamente "muse" como "house". Borges, sin haber visto el original, había sentido el error. Por cierto que el epígrafe de Stevenson en la última edición de la Obra poética de Borges (Emecé, 1994) no incluye ni "por mi casa" ni "por mi musa".

EL PALABRISTA, EDITORIAL MAREA:

"El Palabrista muestra, además, que todavía quedan por descolgar más libros sobre el Borges oral, ese que tan a gusto hablaba en reportajes, conferencias, charlas. Este de Peicovich resulta impresindible para conocer su mundo, su día a día y un par de anécdotas y opiniones que lo pintan de pies a cabeza."

En una de las entrevistas en España, Borges le pide a Peicovich que lo acompañe al baño. Peicovich no apaga el grabador. Mientras Borges está en el baño, pregunta:-Dígame Peicovich, ¿usted sabe algo de John Birch?
Y yo, seducido, tratando de no mostrar una grieta ante el padre eterno, hago “la gran argentina”. Respondo:
-Algo he visto por ahí, pero todavía no lo leí… Creo que es alguien que… ¿qué escribió?-No, m´hijo. John Birch es como le dicen los ingleses a la pija. Y Lady Jane a la concha.Mi carcajada se escuchó en Portugal.”



BORGES Y PEICOVICH



“No vale la pena interesarse en el periodismo pues está destinado a desaparecer. Bastaría, en lugar de diarios, con un periódico bimensual, ya que todos los días no se producen hechos sensacionales. En la época grecolatina se leían libros y no se perdía el tiempo en tonterías”.
“Cierta vez, en un Banco, una empleada me dijo que, aunque conocía mi saldo, lo verificaría “para no decir una cosa por otra”. Esta señorita acababa de dar muerte a la metáfora”.

En un café de Buenos Aires, Estela Canto, ex pareja de Borges y poseedora del manuscrito de "El Aleph"(cuento que,además,le está dedicado), le confiesa al escritor que piensa vender ese original. Borges no se opone. "Pero voy a esperar a que te mueras -agrega ella- para que valga más."
Herido, Borges responde con una frase ambigua:
"Si yo fuera un caballero, en este momento iría al baño y se escucharía un tiro..."

Un día un joven periodista uruguayo le preguntó a Borges la razón de su amor incondicional a la Banda Oriental y él le comentó que su padre, desde muy pequeño, le había dicho que el lugar de nacimiento de un hombre era no sólo donde éste nacía, sino donde había sido concebido. Borges fue engendrado en el departamento de Paysandú, en Uruguay. "Desde ese punto de vista puedo considerarme oriental", comentó.
FUENTE:
Gustavo Laborde. El costado oriental de Borges

"Cuando viajó a Londres, a los 74 años, Victoria Ocampo fue al primer concierto de los Beatles y volvió deslumbrada. Estos muchachos marcan una época. Esto es genial , dijo, cuando nos recibió en Mar del Plata con el primer long play que grabaron los Beatles", recuerda hoy la escritora y periodista, que compartió ese inolvidable encuentro con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, Angélica Ocampo, Jorge Luis Borges y algunas personas más.

"En un momento, Victoria sacó una peluca, que imitaba la melena de John Lennon, y le pidió a Borges que se la pusiera. Pero él, que tenía un estricto sentido del ridículo, dijo que no y comenzó una feroz discusión. Los dos gritaban y, de pronto, Victoria cortó el diálogo muy terminante: Usted, che, con lo empacado que es nunca va a llegar a nada ", concluyó la autora del libro, en diálogo con el periódico La nación.