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miércoles, 29 de junio de 2011

El derrocamiento de Arturo Illia



Gentileza de Fresia Robinson




  • Hace 45 años los grupos corporativos y la indiferencia de la sociedad terminaron con el gobierno constitucional de Arturo Illia

    Cuando reclamamos a los gobernantes sinceridad, respeto y transparencias en sus actos de gobiernos sostenido por un crecimiento económico real, sin endeudamientos posteriores; pareciera que estamos delirando; que ese país nunca fue ni será posible. 


    El 28 de junio de 1966, los grupos corporativos y la indiferencia de la sociedad terminaron con el gobierno de un hombre, pocas veces nombrado por quienes se creen dueños de la verdad.

    El Gobierno del Dr. Arturo Humberto Illia duró apenas 3 años, mutilado por un Golpe de Estado que olía a petróleo, a trenza sindical y a prensa amarilla.

    No se conocieron escándalos políticos en su gobierno porque no los hubo. 

    Fue el único presidente que en sus 3 años de gobierno devolvió los fondos de gastos reservados sin tocar un solo peso. 

    Fue el presidente que, a pesar de la inestabilidad política, la violencia y la censura reinante en esos años, garantizó los derechos civiles y la plena libertad de prensa. 

    El que garantizó el ejercicio de la enseñanza pública y uno de los presupuestos más alto en educación en la historia del país.

    El crecimiento económico acompañado por una balanza comercial favorable; la Ley de Medicamentos que frenaba el monopolio en la fijación de precios y la anulación de los contratos petroleros que devolvía la iniciativa productiva a la estatal YPF, fueron los detonantes para la irritación política de los grupos opositores, que planificaron una lenta pero permanente conspiración y que terminó en uno de los Golpes más bochornosos e incomprensibles de la historia.

    Hace 40 años, Don Arturo Illia fue despojado de su investidura presidencial. En los días que siguieron vendrían: la llamada "Revolución Argentina"; la más cruel represión a la Universidad Pública en la llamada "Noche de los bastones largos"; la jura del presidente de facto, el General Juan Carlos Onganía acompañado por los gerentes de las multinacionales y por la dirigencia sindical (vestidos de saco y corbata para la ocasión); la anulación de la Ley de Medicamentos y; el reestablecimiento de los contratos petroleros.

    Años más tarde, el periodista Miguel Bonasso, publicó una conversación que mantuvo con el ex presidente Arturo Illia en 1971, donde le confesaba las razones del porqué le derrocaron: "Unos meses antes del golpe vino a verme el banquero David Rockefeller... En un momento dado me sugirió que debíamos cambiar tales y cuales puntos de la Ley de Bancos para que ellos pudieran radicarse entre nosotros. 

    Molesto le dije al intérprete: pregúntele al señor Rockefeller qué pasaría si el banquero argentino le exigiera al presidente de Estados Unidos que cambie la Ley de Reserva Federal para invertir en ese país.

    Cuando escuchó la traducción Rockefeller se ruborizó... Pero yo no le di tiempo para que balbuceara excusas, porque me di vuelta hacia el intérprete y le dije: Dígale... que esta audiencia ha concluido. 

    Tres meses más tarde fui derrocado por la City; por esas cuarenta manzanas que rodean a la Casa de Gobierno. 

    Rockefeller radicó el Chase Manhattan y Onganía, obviamente, reformó la Ley de Bancos; siguiendo punto por punto, las sugerencias que me había hecho el señor Rockefeller”.

    A 43 años de aquel hecho trágico, el Radicalismo perdió a uno de sus hombres más honesto y querido, y la Argentina perdió la oportunidad de ser otro país.