Mostrando entradas con la etiqueta Campora. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Campora. Mostrar todas las entradas

domingo, 21 de julio de 2013

Cámporas eran los de antes

Cámporas eran los de antes

POR ALEJANDRO BORENSZTEIN

14/07/13
Ya en 1973 Cámpora era un tipo antiguo. Seguía usando un bigote finito que se había puesto de moda en los años 40, como el de Angel Magaña, Angel Labruna, Edmundo Rivero o Roberto Goyeneche. Un dentista de San Andrés de Giles, peronista, conservador, protagonista en los años 50 y con una lealtad absoluta al General. Buena gente. Si hoy viviera, sospecho que por su estilo campechano y ortodoxo, difícilmente sería kirchnerista. Pero como tantas otras cosas, el kirchnerismo se lo apropió. Y ahora andá a cantarle a Gardel.

Cuando Perón lo designó delegado personal fue todo un batacazo. El General, recontraprohibido y exiliado en Madrid, tenía un representante en el país que se llamaba Jorge Daniel Paladino, y que cada vez que llegaba a Buenos Aires decía: “Dice el general que tal cosa”. Había que creerle o reventar porque no existía ni satélite, ni Internet, ni discado directo, ni nada. Para todos los mandados estaba Paladino, hasta que en 1971 el General lo reemplazó por Cámpora.

Para entonces el Presidente de facto era el General Lanusse. En la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas de julio de 1972 (la misma cena a la que la Compañera Jefa fue esta semana y anunció un aumento del 24% para los militares del mismo país en que Guillermo Moreno todavía dice que la inflación es del 9% sin que nadie lo acompañe gentilmente al Borda), Lanusse anunció el llamado a elecciones y el fin de la denominada Revolución Argentina, cuyos presidentes fueron él, Onganía y un extraño general llamado Levingston que al momento de ser designado era un ilustre desconocido que vivía en Washington. Cosas raras que ocurren en la Argentina.

Lanusse puso como condición que los candidatos debían residir en el país antes de fin de agosto, y redobló la apuesta con su frase histórica: “Si le da el cuero, que venga”.

Como a Perón no lo corría nadie, habrá pensado: “Yo voy cuando se me canta” y se quedó en Madrid. El asunto era saber quién sería el candidato del peronismo que, para esa elección, se presentaba como FREJULI (Frente Justicialista de Liberación), una alianza de partidos alrededor del peronismo que incluía desde grupos de izquierda hasta la derecha más recalcitrante. O sea, lo que la Jefa llamaría hoy “un rejunte” (me cuesta imaginarla paradita en un atril y diciéndole eso al General).

Cuando Perón anunció que la fórmula presidencial sería encabezada por Cámpora, la sorpresa fue total. Un baldazo de agua fría para muchos peronistas importantes que subestimaban y ninguneaban a Don Héctor.

Anécdota al paso. En aquellos años, mi viejo había dicho por televisión que Lorenzo Miguel, líder de la UOM, las 62 y peso superpesado del sindicalismo, había participado de una reunión que luego se desmintió. Pero el programa ya se había grabado y salió al aire. Lorenzo Miguel se enojó y pidió verlo para aclarar el asunto. Mi viejo le rajaba a todo contacto con los políticos, pero semejante personaje llamándote no daba para decirle que no.

Al llegar a la UOM con su libretista y amigo Jordán de la Cazuela, se encontró con que al lado del “Loro” (así lo llamaban) estaba sentado Cámpora, quien ya era candidato a presidente. Al rato se abrió la puerta y entró José Ignacio Rucci. Se paró, lo miró fijo a Cámpora, giró hacia mi viejo y exclamó: “¡Cuánta gente al pedo en este lugar!”. La designación del Tío había sido un disgusto para más de uno.

El lema fue “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. Posiblemente lo mismo que intentará la Presidenta si no logra incendiar la Constitución, con la diferencia que esta Cámpora no es aquel Cámpora, y que esta Jefa no es aquel Jefe.

Sacaron el 49,6% de los votos. Como se requería el 50% +1 de los votos, había que ir a ballotage, pero Balbín dijo: “No se molesten muchachos, faltaba más, les regalamos el punto” y el 25 de Mayo de 1973 asumió un gobierno que incluía desde un ministro del Interior radicalizado como Esteban Righi (el mismo al que la Jefa echó para proteger a Boudou) hasta el mismísimo López Rega. El discurso de Righi frente a los comisarios de la Policía Federal en junio del 73 es la pieza oratoria más importante de la izquierda nacional. Pero ni Perón ni el brujo iban a permitir que la izquierda peronista revoloteara por la Rosada mucho tiempo más. Sospecho que tampoco lo quería Cámpora, pero los hechos lo sobrepasaron. No podía lidiar con semejante quilombo. Sólo duró 49 días. El 13 de julio de 1973 lo rajaron. Ayer se cumplieron 40 años.

Lo que siguió se resume fácil: Lastiri al gobierno y su suegro López Rega al poder, Perón-Perón y el 62% de los votos, los Montos matan a Rucci, Perón los echa de la Plaza, los Montos pasan a la clandestinidad en pleno gobierno constitucional, el General se muere, asume Isabel, y López Rega da a luz al terrorismo de Estado: la Triple A. Algún día habrá que reconocer que el terrorismo de Estado ya había nacido 2 años antes del golpe.

Una curiosidad. En 1983, el candidato del PJ, Luder aceptó la autoamnistía que se habían decretado los militares, mientras Alfonsín prometía juicio y castigo. Por suerte ganó Don Raúl y hubo juicio. En el fondo, aquel peronismo del 83 temía que la revisión del pasado incluyera el período 74/76 en que el gobierno de Isabel masacró a la izquierda peronista que se identificada con el Tío. Pregunta del millón: ¿A quién habrán votado, en 1983, la Compañera Jefa, el Compañero Jefe y todos los kirchneristas peronistas de más de 48 años que hoy enarbolan a Cámpora? ¿Al que aceptaba el olvido o al que propiciaba los juicios? No hace falta que lo respondan, me lo puedo imaginar. Linda paradoja de la historia.

Cuando el perro sobreactúa se termina mordiendo la cola.

En enero de 1975, con 16 años, viajé a México. Una noche alguien me llevó a visitar a Cámpora. Vivía en un pequeño departamentito. Abrió la puerta su esposa. Detrás venían él y su perrito que tenía un nombre muy original: “Frejuli”. Un hombre simple, cálido. Lo escuché durante horas. Inolvidable.

Me cuesta imaginar que, por ejemplo, Amado Boudou tenga alguna idea de toda esta historia cuando se pone una remera de “La Cámpora” y levanta sus deditos en V. Es más, me huelo que no es el único que no tiene la más puta idea.

Desde la humildad de San Andrés de Giles al grotesco de Puerto Madero algo se les perdió en el camino, muchachos.

Marx escribió que la historia se repite dos veces, la primera como drama y la segunda como comedia. Este sábado mi hija empezó a sonreír. Todavía no cumplió dos meses y ya se avivó que todo esto es una joda grande como una casa.


Fuente:  http://www.clarin.com/opinion/Camporas_0_955704482.html