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viernes, 22 de julio de 2011

El oro que purifica a los bastardos



Por Gabriel Levinas @gabylevinas y Diego Rojas @zonarojas

El principal aliado del gobierno en los medios de comunicación y su oscuro pasado comunitario. Plazademayo.com publica este material a pesar de la amenaza de Sergio Szpolski a uno de los autores de esta nota, con demandarlo por tres millones de pesos.

El “dispositivo cultural K”, tal como lo definió Beatriz Sarlo, tiene una de sus patas en el aparato de empresas periodísticas construido a partir de la asunción del gobierno del fallecido Néstor Kirchner. Medios caracterizados por su adhesión incondicional a toda medida de gobierno y por la ausencia de toda crítica a los hechos más deplorables del oficialismo, que a su vez son sostenidos por enormes caudales monetarios de la pauta oficial. Quizás el grupo que más se atiene a estas características es el liderado por Sergio Bartolomé Szpolski, que se autodefine como vicepresidente ejecutivo del Grupo Veintitrés, dueño de los diarios Tiempo Argentino y El Argentino, canal CN23, radio América y revista Veintitrés, entre otros medios. Hace pocos meses se asoció con el magnate Matías Garfunkel en ese emprendimiento. La novia de Garfunkel, Victoria Vanucci, comenzó a conducir su propio programa en CN23.

Szpolski tiene un pasado oscuro, además de todo lo que se pueda pensar sobre su presente. Uno de los episodios más graves ocurrió cuando el empresario integraba la conducción de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) bajo el cargo de tesorero. Las irregularidades en el manejo de los fondos de la institución llevaron a que el Tribunal de Ética de la institución se expidiera sobre las labores del licenciado en sociología Sergio Szpolski.

Una consideración. En la comunidad judía, es tradicional la convocatoria a Tribunales de Ética en lugar de la realización de denuncias en la justicia ordinaria como forma de arreglar problemas dentro de la propia comunidad. Los miembros de esos tribunales son los ashkanim, personas probas y de prestigio. Podían resolverse con este método desde litigios de separación de bienes en un divorcio hasta la condena de la colectividad a los miembros de la Zwi Migdal, una red de proxenetismo que explotaba a jóvenes polacas. El padre de uno de los autores de esta nota formó parte de uno de esos Tribunales de Ética en el pasado.

Hugo Ostrower y Noé Davidovich, presidente y secretario general de la AMIA, presentaron en diciembre de 1999 una denuncia ante el Tribunal. Allí señalan que Szpolski era identificado públicamente en la comunidad con el Banco Patricios, de propiedad de su familia. “O bien merced a un abuso de confianza o al encuadramiento civil y/o penal que le corresponda, la AMIA hacia finales de 1997 y principios de 1998 vio derivadas importantes sumas de dinero a operaciones de inversión en entidades relacionadas con el Sr. Szpolski y/o con su familia, entidades que para ese entonces se encontraban en serias dificultades financieras”, dice la acusación. El texto enumera las operaciones irregulares realizadas por el entonces tesorero de la institución:

-Venta de 845.000 PRE 4 por un total de U$S 974.707,50. COMPROBANTES AUDITADOS. Comprobante emitido por Socimer liquidando dicha venta emitido el 15-1-98. Comprobante del Sector Comercio Exterior de Banco Patricios transfiriendo U$S 974.707,50. Acreditación en la Caja de Ahorro Nro. 58696/4 de AMIA en Banco Patricios de dicho importe, ambas operaciones son de fecha 21-01-98. CONCLUSIONES. ESTAS OPERACIONES NO TIENEN NINGUN TIPO DE AUTORIZACION EMITIDA POR COMISION DIRECTIVA DE AMIA, COMO ASI TAMPOCO EL RETIRO DE FONDOS DE LA CUENTA DE AMIA EN SOCIMER. (N. de E.: Subrayado y mayúsculas en el original).

-Extracción de fondos de la Caja de Ahorro Nro. 58696/4 de AMIA en Banco Patricios por $975.000 de fecha 21-01-98 sin autorización de Comisión Directiva .

-Retiro de U$S 1.862.347 de la cuenta de AMIA en Socimer sin firma conjunta de Presidente, Secretario y Tesorero.

Sin la imprescindible autorización de la Comisión Directiva de la Amia, Szpolski había transferido casi tres millones de dólares al banco de su familia -cuando toda la sociedad y, en especial, la comunidad judía sabía que el Banco Patricios se encontraba en una situación terminal-. La acusación escrita por las máximas autoridades de la Amia explica que, en el momento que se produjeron las irregularidades, el Banco Patricios “se encontraba virtualmente jaqueado por el Banco Central de la República Argentina, y en una carrera contra reloj por la obtención de fondos”. Los directivos de la entidad en la época que Szpolski revestía como tesorero negaron haberse enterado de sus acciones. David Filc, secretario general de la Amia en aquel momento, declaró que “las operaciones en cuestión, que involucran importantísimas cantidades de dinero, se efectuaron en abierta violación a los estatutos de la institución”. Ostrower y Davidovich solicitaron, entonces, al Tribunal que “se pronuncie con el máximo rigor, en la seguridad que vuestra decisión sentará un precedente que impida la reiteración de hechos como los aquí denunciados”.

La sentencia del Tribunal de Ética -conformado por Elias Neuman, Ángel Schindel, Santiago Kovadloff y el rabino Edery, entre otros- fue taxativa: “Este Tribunal, por unanimidad, considera que el licenciado Szpolski ha incurrido en gravísima falta ética en el manejo de los fondos de la AMIA, particularmente por su intervención y/o conocimiento del retiro de las colocaciones que dicha institución había efectuado en Socimer International Bank Ltd y su reinversión inconsulta en obligaciones negociables del Banco Patricios.” También especifica que “el indirecto resarcimiento, ulterior y parcial, del daño patrimonial ocasionado no cabe como disculpa ni como atenuante”. Los miembros del Tribunal declaran haber “quedado apesadumbrados al comprobar la desaprensión, la falta elemental del cuidado en el accionar societario dentro del contexto comercial privado y, sobre todo, el desprecio por normas de prescindencia y transparencia que en todo momento deben regir la conducta de los dirigentes encargados del manejo de fondos comunitarios”. La resolución implicaba el impedimento para Szpolski de ejercer cargos en instituciones de la comunidad judía.

Plazademayo.com se comunicó con un rabino que trabajaba con Szpolski –y de quien en ese momento era amigo- a quien, en un abuso de confianza, le hizo firmar documentos con la excusa de que de ese modo podrían cobrarse los sueldos de la institución en la que trabajaba el damnificado. Esas firmas le costaron la quiebra e incluso se tuvo que ir de Buenos Aires. “Años y años no pude salir del país sin pedirle permiso a un juez –contó el rabino, que prefirió no dar a conocer su identidad-. No perdí mi casa de casualidad, pero prácticamente perdí el valor de una casa. No pude tener tarjeta de crédito durante diez años. A este tema me gustaría darlo por terminado porque si viene caminando por la vereda yo me cruzo porque me da vómitos”. El rabino caracteriza la actualidad de Sergio Bartolomé Szpolski: “Está tratando de comprarse su lugar a costa de donaciones en todos lados. Yo sigo pensando que aceptar donaciones así va contra la ley judía, pero bueno… Está tratando de limpiar todas las causas en las que estaba y algunas en las que sigue estando. Las causas con la AMIA las fue limpiando con plata obviamente. Como dice el Talmud: “la plata y el oro purifican a los bastardos”.

La investigación acerca de las relaciones de ciertos personajes de la comunidad judía y el menemismo realizada por el periodista Diego Melamed comienza con una escalofriante cita que se atribuye a Szpolski: “¿Te das cuenta de por qué me robé la plata de los muertos de la AMIA? Tengo una sangre fría que me asombra…” La misma frase, con pequeñas variantes, fue pronunciada por Szpolski delante de otras personas. Melamed destacó en su libro Los judíos y el menemismo que el nexo de Szpolski con el gobierno de Carlos Menem era su amigo, el ministro Jorge Rodríguez.

Las denuncias en contra de Szpolski abundan como la soja en los campos argentinos.

En diciembre de 2002, Eduardo Anguita publicó el libro Grandes hermanos. Alianzas y negocios ocultos de los dueños de la información. (Colihue). Allí escribió: “Sergio Szpolski, cuya familia era dueña del liquidado Banco Patri­cios y se desempeñaba como CEO del grupo Vila, a comienzos de 2000 debió recurrir a su relación con el número dos de la SIDE, Darío Richarte, para estabilizar la situación de una frecuencia de 42.5 gigas dada a Arlink (de Vila). En su charla con los funcionarios de Comuni­caciones invocó su relación con Manzano, en cuyas oficinas trabaja­ba, y con Coti Nosiglia, con quien a mediados de 2002 anudaría ne­gocios para editar el diario La U, que se distribuye gratis entre los universitarios. El suyo era un caso emblemático de cómo fue la cesión del espectro radioeléctrico: había conseguido la documentación de una empresa israelí acreditando que poseía la tecnología para trasmitir televisión de alta definición -hi fi-. Como para los técnicos de la se­cretaría esa posibilidad solo existe por ahora a nivel experimental. La licencia estaba mal dada y lo que correspondía era guardada hasta que efectivamente fuera posible usarla. Naturalmente, la disposición de recursos políticos del ex tesorero de la AMIA pudo más”. Los vínculos con Richarte continúan incólumes. Szpolski mismo señaló en varias oportunidades que Richarte es uno de los socios ocultos del grupo Veintitrés, a la vez que alguna vez señaló que era la alternativa de recambio a su figura si el kirchnerismo dejara el poder. Esa posibilidad fue firmemente evaluada luego de la crisis con el campo de 2008. El actual CEO del grupo Veintitrés es Juan José Galea, que fungió como contador de la SIDE bajo la administración de Richarte. Anguita, por su parte, hoy dirige el periódico hiperultrakirchnerista Miradas al Sur, parte del grupo Veintitrés.

El grupo Veintitrés es un aglomerado de medios en los que Szpolski y Matías Garfunkel ofician como caras visibles, pero que funcionan como una serie de sociedades anónimas entrelazadas por una red de testaferros. Entre el sinfín de empresas inscriptas con directorios sorprendentes, llama la atención que Balkbrug S.A. –compañía que edita el diario Tiempo Argentino- fuera presidida, hasta 2009, por Claudia Judit Berdichevsky y Raúl Silvano Báez, directivos de más de cien otras sociedades anónimas. Báez y Berdichevsky también figuran como directivos de Ecocred S.A., una de las empresas tercerizadoras del ferrocarril Roca. Ante la consulta sobre esta “coincidencia” a un periodista de altísimo rango de una de las publicaciones del grupo Veintitrés, respondió que se debía a que uno de los socios de Szpolski en Tiempo Argentino es el grupo empresario ferroviario Cirigliano, dirigido por los hermanos Mario y Claudio Cirigliano. Los Cirigliano reciben ingentes cantidades de dinero en subsidios estatales y fueron responsables, entre otros, del negocio de la tercerización en el ferrocarril.

El 21 de octubre de 2010, un día después del asesinato de Mariano Ferreyra, uno de los autores de esta nota mantuvo una reunión con Sergio Szpolski, realizada en las instalaciones del canal CN23. Mientras en las pantallas de la emisora se transmitían los informes de la pista falsa que señalaba a Eduardo Duhalde como organizador del ataque fatal contra los manifestantes, operación a la que adhirió una parte importante de los medios K y que fue desmentida con rapidez, Szpolski manifestó que su grupo no habría de mencionar ni dar espacio al Partido Obrero en sus publicaciones. Una política mediática que se extendió en otros medios oficialistas.

La intolerancia del grupo a todo atisbo de crítica al gobierno se manifestó, últimamente, en el affaire Caparrós, quien denunció que una nota suya había sido censurada en la web del grupo y que luego determinó su alejamiento de la revista Newsweek, donde publicaba semanalmente su columna. El día del amigo, Caparrós recibió un irónico saludo del empresario por medio de Twitter, que derivó un largo intercambio en los que Szpolski lo amenazó con llevarlo a la justicia.

Una amenaza similar a la que sufrió ese mismo día Gabriel Levinas, uno de los autores de esta nota, que, por contar el episodio de la AMIA protagonizado por Szpolski, recibió la advertencia de que sería demandado por tres millones de dólares.

Plazademayo.com se comunicó con Sergio Bartolomé Szpolski, quien declaró que no quería dar declaraciones, ya que el asunto sería dirimido con Levinas en la justicia ya que había difamación, e instó a consultar con el presidente de la AMIA, que lo habría desligado de la acusación.

De acuerdo a la tradición judía, la primera condición para ser perdonado por una falta cometida es el reconocimiento de la falta. Y si el daño fue hecho a una entidad con miles de socios, ese daño fue hecho a cada uno de los socios. Si el acusado niega la falta y no se arrepiente, no puede ser perdonado.

Los estudiosos del Talmud tienen una tendencia a buscar y encontrar analogías en las palabras y buscar, entonces, significados. En la Argentina de hoy es destacable la existencia de dos siglas que resplandecen en el mapa del kirchnerismo: SS. Sergio Schocklender y Sergio Szpolski. Dos personas que comparten iniciales y cierto destino: el encumbramiento, acompañado desde el poder, en lugares sensibles para el desarrollo de la sociedad. Uno en un organismo de Derechos Humanos cuyo prestigio invalorable se derrumba al ritmo de la cooptación kirchnerista y los negocios sucios. Otro encaramado en la prensa K, desde donde irradian operaciones de propaganda reñidas con el periodismo. Ambos tenían antecedentes y denuncias. Ambos fueron beneficiados por el poder estatal. La sabiduría talmúdica establece paralelos, expande los significados: en este caso, podría decirse que una operación textual semejante induciría al conocimiento más amplio de nuestra realidad.