sábado, 19 de abril de 2014

La soledad de América Latina

Gabriel García Márquez, durante la entrega del Nobel, en 1982. / AP

"Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América Latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía.
Muchas gracias".

AUDIO DEL DISCURSO DE ACEPTACIÓN DEL NOBEL DE GARCÍA MÁRQUEZ

 
      


sábado, 12 de abril de 2014

MAGNIFICA CARTA A CRISTINA



Señora Presidente:
Pertenezco a la generación de "educandos" de aquella ESCUELA PÚBLICA ARGENTINA que fuera ejemplo para el mundo y de la cual seguramente Ud. pudo abrevar gratuitamente en su niñez y adolescencia.
Allí nos enseñaron, aunque Usted no lo crea, a respetar profundamente la INVESTIDURA PRESIDENCIAL, fuera quien fuese el que detentara la máxima dignidad en el gobierno de la Nación.
Hoy, ese respeto ha desaparecido en mí, como consecuencia de que en usted ya ha desaparecido. Arrancada a jirones con sus actitudes esa investidura, deja al descubierto sólo a una mujer, vestida de negro, soberbia; pequeña; temeraria; cobarde; fría, custodiada yMENTIROSA...
Y a esa mujer me dirijo, como a una más de mi "género". Dos mujeres: usted y yo. Una joven y una vieja, una rica y una pobre, una fea y una linda ¿?, una "con la suma del poder público" y la otra, simple ciudadana. Dos mujeres a las cuales ni siquiera, en su caso, las une el mandato evangélico: "AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS".
Los jirones de su INVESTIDURA PRESIDENCIAL los ha ido dejando a través de sus reiteradas apariciones en eso que se ha dado en llamar "CADENA DEL MIEDO Y LA SUMISIÓN" y que yo llamo "CADENA DE LA VERGÜENZA NACIONAL".
Cuando ante los micrófonos y las cámaras desgarra su investidura con alusiones vulgares de pésimo gusto, cuando hace sonrojar a sus ministros, que esbozan sonrisas bobas, ya sea por su nombre, el "bonete", o su aspecto imberbe, cuando grita destemplada a un camarógrafo, cuando entona ridículos estribillos "Teresa, poné la mesa" y "cómo me gustan tus milanesas...", cuando chechea a personajes, cuando ridiculiza a sus obsecuentes aplaudidores, cuando se contonea con la "scola", cuando escarniza a funcionarios extranjeros, aquella dignidad con que la distinguiera un 54%, se estrella en mil pedazos en las pantallas de TV, aunque a usted le importe "un pito"
Pero esas serían nimiedades al lado de sus grandes anuncios, en que todos y todas quedamos involucrados y expectantes. Cree erróneamente que es la maestra ciruela de los 40 millones de todos y todas, que poblamos esta tierra de bendición que Dios nos diera, y es así como temas urgentísimos: la Salud, la Educación, la Inseguridad, ... quedan relegados ante promesas y cifras y porcentajes incomprensibles, de imposible cumplimiento y peor implementación. Inventa vuelos a MALVINAS, pide la exhumación de cadáveres de "tumbas de guerra", disparates internacionales que afectan la heroica grandeza de aquella GUERRA. La Economía ultrajada por la corruptela al más alto nivel. Danza de dólares y pesos que afecta a un "abuelo amarrete" pero hace sonreír a quienes, desde la prebenda de dudoso origen, pretenden emular a los poderosos de la tierra, poniendo de manifiesto, lamentablemente aquel viejo dicho: "LO QUE NATURA NON DA..."
Y es así como, por la "CADENA DE LA VERGÜENZA NACIONAL", corrige, desmiente, miente, exagera, denosta, escracha, confunde, se victimiza, abruma, aburre, induce al odio y la venganza, promete y se refugia en los aplausos oportunistas de sus incondicionales seguidores para regocijo de una oposición opaca a la que va sacando de su ostracismo con un "elefante rosa".
Tal vez olvida usted que esa INVESTIDURA PRESIDENCIAL que detenta es el fruto de una DEMOCRACIA recuperada con la sagrada vida de argentinos, que siguiendo su BANDERA, en el dolor de la guerra, en el cumplimiento del deber, en su entrada sublime a la GLORIA, en su postrer beso a la CRUZ, gritaron desde el 2 de abril del 1982, en aquel pedazo irredento, bello, frío, lejano, indómito de MALVINAS: ¡¡¡VIVA LA PATRIA!!!
Para todos los argentinos, entre los cuales está usted, a quien se le otorgó la custodia de esa INVESTIDURA PRESIDENCIAL, para respetarla y hacerla respetar. Y entre los que estoy yo, que desgraciadamente ya perdió completamente el respeto a esa INVESTIDURA PRESIDENCIAL...
Ruego a la STMA. VIRGEN DE LUJÁN, PATRONA DE LA ARGENTINA, recuperemos, usted y yo y todos y todas, ese respeto perdido en las tinieblas de la incomprensión y que en un pasado no muy lejano fuera paradigma de un futuro mejor "...para todos los hombres del mundo"...
A esa "mujer desnuda, mendaz, vestida de negro", vaya mi reflexión.
Sra. Presidenta: le recuerdo que ambas somos madres, pero hasta en eso somos distintas, yo en mi caso soy madre de un héroe de guerra muerto en Malvinas en cumplimiento de su deber y cuya viuda cobra una pensión de $ 3.000 que nunca tuvo casa propia para criar a sus hijos huérfanos, en su caso, Usted. es madre de un parasito drogadicto, que no ha estudiado ni trabajado, que ilícitamente utiliza el avión presidencial, cuyo único y dudoso mérito es el de haber heredado una inmensa fortuna en dólares, propiedades, sociedades anónimas de su padre, la cual fue generada a través de múltiples actos de corrupciónen los cuales Usted. también intervino.
Le informo que tampoco le tengo miedo, no existe dolor mas grande que el de haber enterrado a un hijo, ¿que peor daño me puede hacer Usted ?, y no pierda tiempo con sus esbirros de la AFIP conmigo, mi único ingreso es mi bien ganada jubilación de maestra con la que vivo dignamente.
María Delicia Rearte Vda. de Giachino
Madre del Sr. Capitán (p.m.) D. Pedro Edgardo Giachino

viernes, 4 de abril de 2014

Ausencia del Estado o cansados de la impunidad.

Algunos funcionarios del gobierno dicen que no se puede hablar de "Ausencia del Estado" en determinado lugar, porque esta lleno de policías, uno ante semejante estupidez no puede dejar de reírse y ponerse triste al mismo tiempo, confundir la cantidad de policías en determinado sitio con presencia o no del estado es propio de alguien que se tiene que dar vuelta con una sola neurona.
Las principales funciones del estado son salud, educación y seguridad, si una, dos o las tres de estas premisas no se cumplen, entonces el estado esta ausente, independientemente de la cantidad del personal de salud, maestros o policías que se cuente.
Entonces cuando hay ausencia? muy simple, cuando un ciudadano tiene que esperar meses para lograr un turno para una cirugía, o se tiene que levantar a la madrugada y perder medio día de trabajo para ser atendido en un hospital, esta ausente cuando un chico pasa de grado o curso sin estudiar casi, así las estadísticas cierran, y esta mucho mas ausente cuando las principales figuras de un gobierno no se solidarizaran con los asesinados por los delincuentes, pero se horrorizan si la gente cansada de tanta impunidad lincha a un ladrón.
Convengamos que los jueces no aportan mucho para solucionar la inseguridad, son manos blandas para firmar la libertad de aquellos que son habitúes de las comisarias, ya sea porque se apiadan, por no tener el trabajo de investigar, o simplemente por algún dinerillo.
Entiendan funcionarios e ideologos de la teoría que los delincuentes son producto del capitalismo, la gente se canso, y cuando la gente se cansa es capaz de hacer las cosas mas terribles, o de mirar para otro lado cuando alguien mata a un delincuente.

martes, 1 de abril de 2014

Si hay oscuridad no hay abuso sexual

Zaffaroni: Si hay oscuridad no hay abuso sexual


POR JULIO CÉSAR RUIZ · 21 AGOSTO, 2011

El caso de un dictamen del Juez Zaffaroni en un expediente sobre el abuso sexual de una niña, realmente, provoca una mezcla de ira, con angustia social  y con una sensación, que vivimos en un país diferente al habitado por nuestras autoridades.

Una mamá, en defensa de su hija de 8 años, que fue abusada, se enfrentó contra el Poder Judicial de la Nación Argentina, quién finalmente, a expensas del Juez Zaffaroni, terminó por modificar los sentimientos y cultura de toda una Sociedad frente a un delito aberrante.

Se va a sorprender, no tanto por cómo aplican el derecho penal estos jueces, sino por las ideas extrañas y perversas que se les ocurre como fundamento de conductas injustificables.


Eugenio Zaffaroni, Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina
Cómo ocurrieron los acontecimientos

El día 22/08/1987 en horas de la tarde Julio E.  Tiraboschi, con excusas de mostrarle juguetes del hijo, llevó a la nena de 8 años de edad, a las cocheras del edificio de calle Alberdi 2149, Buenos Aires, lugar en que trabaja como portero, la introduce en un baño, y allí la sienta sobre el inodoro, y le pone su miembro viril en la boca, diciéndole que adivinara que dedo era.

La mamá toma contacto con esa realidad, una vez que encuentra a su hija, golpeándose la cabeza contra la ventana. Al observar esa actitud le pregunta por qué lo hace, a lo que la nena responde:

“El portero me metía eso en la boca”. “Cuando le pedía por favor que no lo haga más, él me decía: “un poco más que acabo”….”después me dejaba esa cosa amarga en la boca”.

Resumen de la sentencia

El caso, llega a la Cámara Nacional de Apelaciones Criminal y Correccional, Sala 6ta, el día 26.04.1989, en carácter de apelación. El fallo particular del Dr. Eugenio Zaffaroni, uno de los miembros de esa Cámara, no acuerda la pena de 7 años, por violación, que se había propuesto en primera instancia, ni de 4 años, a iniciativa del fiscal, sino que opta por 3 años, condena con la cual, el pederasta nunca fue preso.

Pero, si lo leído hasta acá pareció injusto o inhumano, recorra por un instante, la síntesis del fallo sobre el abuso sexual de la nena y observará como, para terminar protegiendo al delincuente, Zaffaroni tortura todo sentido común, de una manera tan cruel, que por momentos responsabiliza a la nena por su “ignorancia” e “inocencia”, ya que

a) “…que en la indagación sumaria de la menor víctima no queda explicitado si realmente Tiraboschi, le introdujo el pene en la boca, más concretamente, que ignoraba que podría ser.

b) “Fundando la interpretación restrictiva que reduce la violación tan sólo al acceso carnal vaginal o rectal, excluyendo la penetración por la boca.”

c) “De la ignorancia de la menor en lo que hace a la forma de la consumación de la fellatio, deduce la defensa que no se habría violentado la libertad sexual de la víctima, al ignorar lo que sucedió. Señala que los informes determinan que no se observa daño psíquico de la menor.

d) “En tal sentido, no tengo dudas que la penetración bucal no es dolorosa. La misma posibilidad de mutilación para el agresor la diferencia de la penetración anal o vaginal”

e) “En la fellatio no existe pérdida de la virginidad, que tiene profunda raigambre cultural por la extinción prematura de la virginidad”

f) “Considero que la fellatio, no puede consituír el denominado “acceso carnal” y por ello es “abuso deshonesto“

g) “No podemos entonces ignorar las circunstancias mensuradoras de los arts. 40 y 41 CPen., que nos obligan a tomar en cuenta que estamos ante un imputado sin antecedentes, que confesó plenamente el hecho y demuestra arrepentimiento. Es un hombre joven y padre de familia, que sufrirá graves consecuencias en el plano familiar y laboral, además de social.

h) “En el caso bajo examen, Tiraboschi no causó daño físico a la menor, valiéndose sólo de engaños y seducciones para arribar a su reprochable proceder. Tal como lo señala la defensa, el único hecho imputable se consumó a oscuras, lo que reduce aún más el contenido traumático de la desfavorable vivencia para la menor.”

i) “No puedo olvidar que un porcentaje importante de estos hechos aberrantes son consumados por desequilibrados que además de apelar a la violencia, suelen ocultar el hecho dando muerte a sus víctimas, o amenazándolas. Señalo también que en otra oportunidad en que quiso repetir el hecho Tiraboschi desistió voluntariamente, ante el llanto de la menor.

j) “En cuanto a la reducción del monto indemnizatorio impetrado, considero que puede hacerse lugar a este pedido. Dada la información de f. 175, corroborada por las demás constancias, de que Tiraboschi pertenece a la clase trabajadora con un ingreso familiar de A 700 de octubre de 1987 y un hijo menor a cargo.”

Fallo completo.

Estas cuestiones quedan siempre cristalizadas dentro de los biblioratos de los que “administran” justicia y generalmente son desconocidas por las personas comunes, por eso, cómo único aporte le pedimos, divúlgue la noticia, es la única manera que tenemos, de saber lo que pasa y nos pasa a los argentinos.

Escribió y Editó Julio César Ruiz

domingo, 30 de marzo de 2014

10 cosas que debés saber sobre el abuso sexual infantil

¿Que es el abuso sexual infantil?
El abuso sexual se da cuando un adulto o un menor de mayor edad obliga a un niño a mantener contacto sexual. Para lograr su objetivo, el abusador puede emplear la fuerza física, un soborno, amenazas o aprovecharse de la ingenuidad de la criatura.
Se considera abuso sexual infantil por parte de un mayor u otro menor a los siguientes actos:
* Tocar los genitales de un niño
* Hacer que un menor acaricie los genitales
* El contacto con los genitales de un niño mediante la boca
* Acariciar al niño con los genitales
* Penetrar vaginal o analmente a un menor
* Mostrarle el pene o la vagina a un niño
* Poner en contacto al niño con pornografía
* Hacer participar a un menor de producciones pornográficas

¿Son comunes los casos de menores víctimas de abuso sexual?
Lamentablemente sí. Se da más frecuentemente de lo que las personas creen. Según las estadísticas, una de cada cinco mujeres y uno de cada diez varones aseguran haber sido víctimas de abuso sexual durante la infancia.

¿Quiénes son potenciales abusadores?
Lo habitual es que los victimarios sean adultos o niños mayores que forman parte del entorno social del abusado. En ocho de cada diez casos denunciados, los niños aseguran conocer a abusador quien, por lo general, es una persona en la que confiaban.

¿Cómo me doy cuenta si mi hijo es víctima de abuso sexual?
La mayoría de los padres creen que sus hijos les contarán a ellos o a otro mayor en caso de que alguien los violentara sexualmente. Lamentablemente esto no siempre es así y se debe a que los abusadores suelen amenazar o convencer a los niños para que no cuenten lo sucedido. Por su parte, el menor puede sentirse responsable por haber sido abusado, creyendo inclusive que será castigado si es descubierta la verdad.
Sin embargo, si el niño decide contarlo lo hará de una manera muy confusa. Probablemente elija contárselo a un amigo, quien a su vez se lo relatará a sus padres. Sólo son capaces de hablar de lo sucedido aquellos niños a los que previamente se les ha hablado sobre el tema ya sea en su casa o en la escuela. Por lo antes expuesto, los padres deberán estar atentos a los cambios en el comportamiento de sus hijos.

¿Cuáles son los síntomas psicológicos? 
* Manifiesto temor por parte del niño a una persona (inclusive el padre o la madre) o a permanecer en determinados lugares
* Reacciones anormales al ser indagado acerca de si fue tocado por alguien
* Alteraciones del comportamiento (como orinarse en la cama)
* Evitar realizar sus deposiciones
* Pesadillas frecuentes
* Protagonismo repentino de su genitalidad

¿Cuáles son los síntomas físicos? 
* Secreciones no habituales en el ano o la vagina
* Manifestaciones de dolor en el ano o en los genitales
* Enrojecimiento o sangrado en la vagina o en el pene
* Surgimiento de enfermedades de transmisión sexual (chlamydia, gonorrea, etc...)
* Infecciones urinarias frecuentes (en las niñas)
* Embarazo

¿Qué debo hacer si mi hijo me cuenta que sufrió abuso sexual?
En primer término debés escuchar al niño con toda la seriedad que el caso amerita, sobre todo considerando que los niños suelen ignorar aquellas cuestiones que los hace sentir incómodos. Cuando un menor que denuncia el estar siendo abusado es ignorado por sus padres o éstos no le creen, no considerando el pedido de ayuda, es común que el niño no se arriesgue a mencionar nuevamente el problema. Esta situación pone en riesgo al niño de sufrir abusos reiterados durante meses o años.
Por ello, es crucial que le expliquen la importancia de hablar acerca de aquellos sentimientos incómodos. Escuchá con suma atención los motivos por los cuales no contó la situación antes y dejale totalmente en claro que, bajo ningún concepto, lo sucedido es su culpa. Demuéstrale todo tu amor, bríndale tranquilidad y asegúrate de que quede claro que vas a ayudarlo. Si la situación te enoja, esforzate para que tu hijo sepa que ese sentimiento, de ningún modo, está dirigido a él. Expresale tu reconocimiento a su valentía por habértelo contado y mostrale que comprendés su temor, sobre todo si fue abusado por un familiar o una persona cercana a la familia.
Un aspecto de vital importancia, una vez enterada del asunto, es que lleves a tu niño al pediatra. Este deberá revisarlo y descartar que existan lesiones de algún tipo o haya contraído alguna enfermedad. También te recomendamos que lleves al menor a una consulta con un psicólogo.

¿Debo realizar la denuncia en la policía?
Sí. Reportar el abuso ante las autoridades pertinentes ayudará al menor a sentirse protegido. Además, el acto de realizar la denuncia formalmente ante la ley dejará en claro al menor que fue una víctima y que debe contar su verdad sin avergonzarse de ello.

¿Cómo puedo prevenir el abuso sexual?
De acuerdo con lo aconsejado por la Academia Americana de Pediatría, es recomendable considerar los siguientes aspectos:
1) Diálogo: Explicale a tu pequeño qué es el abuso sexual. Si la escuela a la que asiste le da información sobre esto, conversa con él sobre lo que allí aprende.
2) Partes privadas: Enseñale las partes privadas del cuerpo y los respectivos nombres de esas partes. Comentale que su cuerpo le pertenece y enseñale a pedir auxilio ante una situación en la que se sienta violentado.
3) Poné atención: Prestá suma atención si tu niño desea comentarte algo y, más aún, si hacerlo le resulta difícil.
4) Entorno: Tomate tiempo para conocer a los adultos y a los niños que pasan mucho tiempo con tu hijo. Realizá visitas inesperadas en los lugares en lo que dejes a tu niño para que lo cuiden.
Mediante estos consejos y a través de la cercanía, la atención y la observación de tu hijo, podés evitar un problema que puede marcarlo para toda la vida.

¿Cómo hablar con los chicos sobre el tema?
Según Jill Starishevsky, fiscal neoyorquina especialista en casos de abuso infantil y crímenes sexuales y autora del libro "Mi cuerpo me pertenece", el primer paso para resguardar la salud sexual de un niño es que los padres rompan con sus propios tabúes en torno a la sexualidad de sus niños y puedan de a poco hablar sobre el abuso sexual como una extensión del tema.
En su libro "Mi cuerpo me pertenece", uno de los pocos libros que trata el tema del abuso sexual en un lenguaje adaptado para niños entre los 3 a 8 años de edad, Jill asegura que la primera herramienta para prevenir el abuso sexual es enseñarle a los niños desde temprana edad que su cuerpo es suyo. Y que nadie puede tocarlo, ni incomodarlo ni hablar sobre sus partes privadas.
Fuente: Babysitio

Los cien asesinos de David o como justificar a los delincuentes.

La justicia por mano propia es de una sociedad que esta muy lejos de ser civilizada, quien no ha visto en películas los linchamientos a los cuatreros del lejano oeste americano, donde los dueños del ganado perseguían y colgaban a los ladrones.
Podemos decir que eran épocas barbaras y que esa actitud era común en esos tiempos, que era una sociedad que recién se estaba formando, que esto es una practica inaceptable en nuestros días, sin embargo en la Argentina de hoy ocurrió algo parecido con un delincuente, no fueron ganaderos, sino ciudadanos comunes que ajusticiaron a un ladrón, esto es inaceptable, uno se pregunta porque la gente reacciono asi, y la respuesta se encuentra en la nota de Silvana Melo, donde lo quieren presentar a David como un pibe bueno, que salia a trabajar según su madre, la gente se canso de que estos "probre pive" roben y maten con total impunidad a gente que trabaja de sol a sol, o en el peor de los casos, asesinan a pobres viejos indefensos, la gente común se canso, y cuando se cansa de ver tanta impunidad, hace cosas terribles como esta, entonces pasamos a ser una sociedad muy primitiva donde imperara la ley del oeste.
No nos asombremos muchos del pensamiento de Silvana Melo, es el pensamiento de esa izquierda que ve como enemigo al que trabaja, que justifica a los delincuentes diciendo que son victimas del capitalismo, que si alguien quiere poner limites hablan de represión y genocidio.
Así que hay que dejarse matar por los David, así el tiene yantas y celular de ultima generacion para poder sentirse incluido, ya lo saben clase media asustada, a no oponer resistencia.

Los cien asesinos de David

Por Silvana Melo

(APe).- David salió ese día, en una tibia mañana del barrio Ludueña. No podía imaginarse que la vida le estaba deshilando el final. David salió -dice Joaquín, que lo conocía del barrio a él y a tantos davides todavía vivos y anónimos-, “a chorear porque quería cosas: droga, zapatillas piolas, qué se yo, cosas”. Necesitaba cosas propias porque el sistema taladra las cabezas y asegura que sólo se logra identidad a través del consumo. Que sólo se es a través de la propiedad. De zapatillas, de celular o de lo que fuere.

Por eso “salió a dar miedo”, define Joaquín. “Salió y robó porque seguro sus amigos del barrio también lo hacen, porque la escuela que dejó no pudo ayudarlo a entender otra manera de vivir, porque ninguna organización barrial llegó a dar con él, porque de pibe vendía pañuelitos y se rompió los huevos de que lo echen de los bares, no sé, algún motivo permite en este universo que una persona desde que es un guachín pueda pensar que robar está bien”.
La chica tiene apenas tres años más que él. David, al paso rasante con la moto, le arrebató la cartera. Ella gritó a garganta partida. El bebé que llevaba en brazos lloró. Y el primer auto que pasaba se cruzó ante la moto. David cayó al pavimento.
Primero fueron dos, después cinco, a los pocos minutos veinte y se turnaban para pegarle, para patearle la cabeza, para tirarle trompadas en el estómago. Fueron cincuenta, ochenta, quién sabe. Gente de bien, buenos vecinos, solidarios entre sí. Gente preocupada por la inseguridad, llena de rejas, perros, alarmas, cámaras y muros con botellas rotas o alambres de seguridad o cercas eléctricas (“excelente sistema de seguridad perimetral que integra la detección y castigo con la estética”, sic de la publicidad empresarial). Gente muerta de miedo. Que en patotas o en hordas -se quitan la racionalidad y la moral cristiana y la dejan dobladita en sus cajas de seguridad- le corajean a cualquier delincuente de alta peligrosidad como David, en el suelo, sin armas, tomándose la cabeza con las manos para que no le rompieran el cráneo hasta que no pudo más y se le abrieron las manos y los dedos y la cabeza en varias partes y todos seguían quitándose el odio y el estrés como si David fuera un puching ball, un pedazo de cuero que va y viene para aquí y para allá, donde descargar el peso de esta vida dura, donde sentir que se alivia cuando se quiebra un hueso o la marioneta del piso se vuelve una bolsa de papas que se desacomoda porque ya no es alguien sino un muñeco de trapo con la cabeza partida.
Gente muerta de miedo. Que participa de la falsa discusión del nuevo Código Penal. Como si una ley o dos o mil, por sí mismas, fueran a evitar que les arrebataran los bienes o que los muertos que mató el sistema se les vinieran encima más vivos que nunca, desde los fondos del arrabal, a exigir aquello que les pertenece. Y que les vienen robando desde los pasillos de la historia los funcionarios, los banqueros, los empresarios, los punteros, la policía, la gendarmería, los ministros de economía, los evasores de impuestos, los supermercados que remarcan, los sicarios del agronegocio, los pastores de la soja, los dioses del oro, la caliza, el cianuro y el agua envenenada. Aunque ninguno de ellos, los excedentes de la tierra, tiene perros para echarles encima ni muros electrificados para que flameen como banderas piratas antes de morir ni culos de botella clavados en las paredes para que se corten las manos. Ni juntan cien para tirarlos al piso y molerlos a palos y pulverizarles los riñones y dejarles la cabeza partida en dos.
Como a David. Que tardó tres días en morirse en el Hospital donde lo llevaron cuando alguien pudo rescatar la hilacha enrojecida en que lo habían convertido. Como si mil años no hubieran pasado en el mundo. Como si la justicia se redujera a la determinación primitiva de la venganza. El reo sin defensa exhibido en la picota, en el mejor de los casos. O su cabeza partida, como la de David, en el peor. Ante la multitud que aplaudía la venganza social hecha espectáculo público. En la plaza central o en la calle donde los transeúntes ciudadanos buenos vecinos asesinan a un chico de 18 años y lo exhiben estragado en el pavimento. Como si los rudimentos del Estado se hubieran diluido en las alcantarillas de la tele, que festeja un desecho menos, que arenga y multiplica; de las cárceles que destruyen, humillan, reproducen la violencia, se vuelven cómplices, dejan fugar y el delito es un negocio compartido. Y el Estado entonces deja que el monopolio de la fuerza pública que el pacto social depositó en sus instituciones desagüe un poquito para que la buena vecindad se alivie de tanta carga y deje salir el monstruo desaforado de la mano propia.
Y a David lo mataron. Era un ladrón. Un pibe que choreaba. Que salió “a dar miedo”, como dijo Joaquín, del barrio Ludueña. Al que seguramente no le dejaron alternativa. Lo cesantearon de la buena vida. Y lo depositaron del otro lado de la pared. Que tiene botellas rotas y alambre de seguridad y cerca eléctrica.
A él lo mataron 50 u 80 o 100 asesinos. Que fueron todos pero no fue nadie. Todos pusieron una trompada o el pie en la cabeza o en los riñones. Vaya a saber qué pie lo mató. Qué golpe le hizo asomar el cerebro por la cabeza partida. Qué suela le pisoteó el entendimiento para que la vida se le escurriera entre los dedos de uñas comidas que ya no podían retenerla. Fueron todos y no fue nadie. La vieja leyenda de Fuenteovejuna. La venganza primitiva. El reo arrojado al pueblo para que proceda. Solo, desarmado, tan chico, ni siquiera bien comido, seguramente. Solo. Desesperadamente solo debajo del odio.
El fiscal de Homicidios Florentino Malaponte todavía no encuentra a nadie a quien imputar en el crimen del barrio Azcuénaga. Y la policía evitó que lincharan a otro en el Barrio Echesortu también de Rosario.
No fue justicia por mano propia. Ni ajena. Fue un crimen atroz. Su impunidad –inexorable- será casi casi una legitimación.
La condena a muerte a la que fue sometido no resultó sumarísima porque David sobrevivió tres días. Y su familia decidió donar sus órganos.

miércoles, 26 de marzo de 2014

CARTA DE GRACIELA LEDO Y MARCELA BRIZUELA DE LEDO (MADRE DE PLAZA DE MAYO)


Queridos compañeros: este 24 de Marzo se cumplen 38 años sin justicia para nosotros, 38 años de impunidad para ellos, porque aun hoy la justicia no llama a declarar al represor Milani, a pesar de los elementos que lo involucran por actuaciones que llevan su firma en la represión ilegal, como es la desaparición de nuestro Alberto. soldado conscripto. La designación del represor Milani, como Jefe del Ejercito, que ademas es jefe del Servicio de Inteligencia del Ejercito, significa entronizar a los enemigos del pueblo, en el mas alto cargo del Ejercito Argentino. Un servicio de inteligencia que no fue democratizado, y que le hace un doble juego a la democracia para desestabilizarla. En estos 38 años de lucha, la pancarta con la foto de Alberto,tan joven, tan hermoso y tan bueno, ha sido levantada con orgullo por las manos de sus familiares y amigos en todos nuestros actos. Hoy vemos, como ese rostro se ha multiplicado en miles de pancartas y afiches, como los que hoy lleva
n en esta marcha. Nos emociona verlo y también es un dolor muy grande, especialmente porque sus asesinos están libres. Lamentamos no poder estar presentes este día, yo Marcela su madre, camine muchos jueves en esta plaza y en la plaza de mi provincia desde hace 30 años. Pero en cada acto que se realice, en cada plaza del país, podemos estar seguros que los 30000 y nuestro amado Alberto, rozaran nuestras almas con una tibia caricia y nos darán fuerzas para seguir en esta lucha.Eran jóvenes, eran revolucionarios, querían un mundo mejor, les debemos todavia la justicia por sus vidas arrebatadas y seguir construyendo sus sueños. UN ABRAZO FUERTE PARA TODOS.
NI OLVIDO NI PERDON, CARCEL A TODOS LOS GENOCIDAS, FUERA MILANI.

Graciela Ledo Marcela Brizuela de Ledo ( Madre de Plaza de Mayo)